Iliana Sánchez ChávezLas mujeres hemos demostrado que no hay límites cuando se trata de transformar la historia. Durante siglos, nuestra participación en la ciencia y la política fue invisibilizada o limitada. Hoy, nuestro país vive un momento trascendental: por primera vez, una mujer lidera la Presidencia de la República y otra mujer encabeza el gobierno de la Ciudad de México. Estos avances no son concesiones ni casualidades; son el resultado de décadas de lucha, valentía y reformas construidas a partir del esfuerzo colectivo de miles de mujeres que alzaron la voz y abrieron camino para las generaciones actuales. Gracias a ellas, hoy no slo podemos votar, sino también ser votadas y gobernar.
Nuestra primera Presidenta, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo no sólo es una líder política, sino también una científica con un doctorado en Ingeniería Energética. Este hecho es simbólico porque demuestra que la ciencia y la política no son caminos separados, sino campos que pueden complementarse. La toma de decisiones informada y basada en la evidencia científica es crucial para enfrentar los desafíos de nuestra nación.
Por otra parte, la Ciudad de México cuenta con una Jefa de Gobierno como la licenciada Clara Brugada Molina quien ha puesto la lucha por la justicia social y los derechos de las mujeres en el centro de su administración.
Desde la ciencia hasta la política, las mujeres hemos jugado un papel importante en la construcción de un México más justo, equitativo y con visión de futuro. Sin embargo, aún enfrentamos desafíos significativos.
La historia nos ha enseñado que la presencia de las mujeres en la ciencia ha sido crucial para el desarrollo del conocimiento. Sin embargo, su reconocimiento ha sido tardío y, en muchos casos, insuficiente. En México, tuvimos a Matilde Montoya, la primera médica del país, y a Katya Echazarreta, la primera mexicana en viajar al espacio, pero entre ellas hubo muchas más que abrieron camino.
Helia Bravo Hollis fue pionera en la biología; María Agustina Batalla Zepeda hizo valiosas contribuciones a la botánica; María Elena Caso realizó el estudio más completo sobre estrellas de mar, y María Teresa Gutiérrez Vázquez revolucionó los estudios demográficos con un enfoque de geografía poblacional, anticipando problemáticas actuales.
En el ámbito de la divulgación científica, Alejandra Jáidar Matalobos impulsó la publicación de textos en español para acercar la ciencia a un público más amplio. Susana Azpiroz Riveiro rompió barreras en la agronomía, logrando que hoy casi la mitad de los estudiantes en esa área sean mujeres. Ana María López-Colomé hizo grandes aportes en bioquímica, mientras que Susana López Charretón, reconocida por la UNESCO, ha sido una de las virólogas más destacadas.
A pesar de estos avances, los datos siguen mostrando desigualdad. Según la UNESCO, solo el 33% de los investigadores en el mundo son mujeres y apenas el 12% son miembros de academias científicas. En México, aunque el número de mujeres en carreras de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) ha crecido un 42% en la última década, siguen siendo minoría: solo 3 de cada 10 profesionistas en ciencia y tecnología son mujeres. Este desafío no puede ignorarse. Invertir en la educación y la formación de niñas y jóvenes es fundamental para construir un futuro más justo y equitativo para todas y todos.
Así como en la ciencia, en la política las mujeres hemos tenido que abrirnos paso, y actualmente somos referentes en paridad de género a nivel mundial como uno de los seis países en el mundo con un Congreso compuesto en más del 50% por mujeres y cada vez hay más gobernadoras, alcaldesas y legisladoras ocupando importantes espacios de decisión.
La llegada de una mujer a la Presidencia de la República es un mensaje poderoso para todas las niñas y jóvenes: ahora más que nunca se están rompiendo las barreras de género. No hay límites para nosotras. Es tiempo de mujeres, y no llega sola, llegamos todas.
Y esto se ha llevado al pleno de los hechos, con la creación de la Secretaría de las Mujeres, con el objetivo de impulsar políticas públicas que aseguren la igualdad sustantiva. Además, con una Presidenta científica, el reconocimiento a la ciencia como motor de transformación cobra una fuerza inédita en nuestra región.
En la Ciudad de México, nuestra Jefa de Gobierno ha marcado un precedente en la lucha por los derechos de las mujeres. Con políticas públicas enfocadas en la seguridad, la educación y la erradicación de la violencia de género, su administración ha demostrado que la agenda feminista no es un discurso, sino una acción concreta.
La capital del país es punta de lanza en la protección de los derechos de las mujeres, con el programa territorial “Siemprevivas”, los “Senderos Seguros” y el fortalecimiento de las Unidades Territoriales de Atención y Prevención de la violencia de género, así como la sensibilización desde las escuelas públicas, que han mejorado la seguridad y el bienestar de miles de mujeres.
Desde el Congreso de la Ciudad de México, hemos impulsado reformas y acciones concretas para que más mujeres accedan a posiciones de liderazgo.
El pasado 13 de febrero presenté un punto de acuerdo que fue aprobado por unanimidad, en el que exhortamos a la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación y a las 16 alcaldías, a fortalecer programas que fomenten la participación equitativa de mujeres y niñas en la ciencia y la tecnología. Este esfuerzo no busca privilegios, sino igualdad de oportunidades.
No se trata sólo de reconocer a las mujeres que nos precedieron, sino de asegurar que las futuras generaciones tengan las herramientas para innovar y transformar. Cada niña que sepa que puede ser científica, presidenta, o lo que sueñe, es un paso hacia la igualdad real.
Si bien México ha avanzado significativamente, el camino hacia la equidad plena no ha terminado. De acuerdo con ONU Mujeres (2024), sólo 26 países cuentan con mujeres como jefas de Estado o de Gobierno. Si seguimos al ritmo actual, la paridad de género en altos cargos de decisión podría tardar más de un siglo en lograrse a nivel global. Por eso, no podemos conformarnos. Necesitamos más mujeres en todos los espacios: en la política, la ciencia, la tecnología y la economía.
La Cuarta Transformación es una oportunidad histórica para construir un país donde el género no limite los sueños ni las oportunidades. Desde la política hasta la ciencia, las mujeres mexicanas estamos demostrando que podemos liderar, innovar y transformar nuestras comunidades.
El cambio ya comenzó y no vamos a retroceder. Sigamos abriendo puertas, eliminando barreras y asegurando que ninguna niña o mujer vea su futuro limitado por su género.
La transformación tiene rostro de mujer y vamos por más.
Iliana Sánchez Chávez. Diputada local por Cuauhtémoc en el Congreso de la Ciudad de México.
Fuente: https://revistazocalo.com/mujeres-liderando-el-cambio-ciencia-y-politica-al-frente/
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