17 de octubre de 2025

Perú: Idiotas, no somos

Patricia del Río

El Congreso quitó el fusible Boluarte y demostró que tiene todo el control

Hoy, viernes 10 de octubre, al momento en que escribo esta columna, el Perú amanece con un nuevo presidente. El congresista José Jerí Oré, en su calidad de titular del Congreso, asumió el cargo luego de que Dina Boluarte fuera destituida del gobierno por mayoría absoluta durante la madrugada. El proceso —como lo han sido todas las últimas vacancias de las que hemos sido testigos— fue violento, acelerado y vino acompañado de un discurso que pretende vendernos la idea de que el Congreso nos ha salvado de la peor lacra que haya gobernado el país en los últimos años. Pero habrá que recordarles a los padres de la patria que idiotas, no somos.

Dina Boluarte tenía que irse, y nadie llorará su partida. La indolencia, frivolidad y absoluta ineficiencia a la que nos sometió durante dos años y 306 días hacían su permanencia en la presidencia de la República insostenible. En realidad, debió irse mucho antes. Debió hacerlo cuando, recién iniciado su mandato, ordenó reprimir con brutalidad las protestas que consideraban su nombramiento ilegítimo, dejando cincuenta peruanos muertos a manos de las fuerzas del orden. Debió irse cuando fue incapaz de explicar por qué lucía lujosos relojes Rolex que claramente no podía comprar con su sueldo. Debió irse cuando abandonó sus funciones de presidenta para operarse la nariz y rellenarse los pómulos con ácido hialurónico. Y debió irse todas las veces que un peruano murió asesinado por las mafias que su gobierno no solo no quiso controlar, sino que benefició con leyes laxas que impedían su desmantelamiento.

Pero no se fue. Durante dos años y 306 días vimos cómo se acumulaban las mociones de vacancia que los poquísimos congresistas de oposición presentaban, a modo de gesto simbólico, sabiendo que sus aliados en el parlamento las archivarían. Durante esos meses —y años— en que tuvimos que soportarla, la ciudadanía, que la castigaba con niveles inéditos de desaprobación (98 o 99 %), tuvo que asistir impotente al espectáculo de un Congreso plagado de forajidos y oportunistas que la protegía y la apañaba a cambio de leyes mafiosas y prebendas políticas.

Los poderosos partidos de César Acuña (APP), Keiko Fujimori (Fuerza Popular), Rafael López Aliaga (Renovación Popular), José Luna Gálvez (Podemos) y demás grupetes no se cansaron de aprobarle gabinetes impresentables, de cubrirle los delitos y de librarla de cualquier responsabilidad penal por sus reprobables acciones. Solo cuando descubrieron que la señora era un lastre para sus fines electorales se atrevieron a librarse del bulto.

Y aquí estamos los peruanos otra vez, con nuestro octavo presidente en ocho años, asistiendo asqueados a un espectáculo que nadie se cree. Vergonzosos resultan los discursos de los congresistas que hoy piden disculpas por no haber escuchado el clamor del pueblo. Se deberían lavar la boca con jabón los líderes políticos que ahora, con el ceño fruncido, intentan desmarcarse de quien fue su aliada más funcional. Porque la mejor muestra de que siguen despreciando al pueblo al que dicen hoy escuchar es habernos dejado a José Jerí Orué al mando, un presidente acusado de violación y de múltiples delitos, que lo descalifican de plano para conducir una etapa de transición tan compleja como la que enfrentamos.

Con un títere en la presidencia de la República y un fujimorista rabioso (Fernando Rospigliosi) en la presidencia del Congreso, lo único que han dejado en claro las bancadas cómplices de Dina Boluarte es que la mafia que apañaba a Boluarte continúa. Y la verdad es que pocas garantías nos quedan de tener elecciones limpias en este tenebroso escenario. Sí, Dina se fue, pero la podredumbre persiste.

Fuente: https://jugo.pe/nuevo-gobierno-poder-oculto-analisis/

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