16 de octubre de 2024

Perú: La industria por los suelos

Pedro Francke

Las cifras de producción industrial del Perú durante este gobierno son una lágrima. Durante este 2024 las diversas industrias no primarias orientadas a nuestro consumo, insumos y maquinaria produjeron 8 por ciento menos que el 2022. Estamos produciendo en este sector ocho mil millones de soles anuales menos, lo que obviamente ha generado despidos y mayor pobreza. No es algo que siempre haya sido así ni que sea inevitable: aunque la pandemia trajo toda la economía abajo el 2020, gracias a las políticas de reactivación del 2021 llegamos a recuperar toda la caída industrial y a fines de ese año y comienzos del siguiente ya nuestra producción industrial estaba bastante por encima de las cifras del 2019. Ya todo ese avance se ha perdido.

La producción de alimentos y bebidas, un sector fundamental para la alimentación popular, ha estado este año 9 por ciento debajo de la de hace dos años; hemos producido 14 por ciento menos fideos y 17 por ciento menos panes y productos de panadería. Es que la caída de los salarios reales y el aumento de la pobreza ha hecho que mucha gente ni siquiera pueda comprar estos productos básicos que dan bastante energía a bajo costo. ¿Quién va a producir panes que no se venden?

En el sector textil producimos este año 15 por ciento menos prendas de vestir que hace dos años y en zapatos 17 por ciento menos. Es que mucha gente ya no puede reemplazar la ropa que se le desgasta y, además, las pequeñas empresas se ven afectadas por la competencia desleal asiática. La industria de papel e imprenta ha caído 11 por ciento, la producción de vidrio en 41 por ciento y los productos metálicos y equipos en 19 por ciento. Un desastre. Se salvan de la debacle, a duras penas, los productos químicos que crecieron 2 por ciento y los muebles y madera en 5 por ciento frente al 2022. Pero los retrocesos son mucho mayores y más extendidos que los avances. Ese es el resultado de una pésima política económica que recorta los salarios reales de los trabajadores dejándolos caer en la licuadora de la inflación, regala millones en impuestos a quienes tienen grandes fortunas y mantiene el crédito escaso y caro para las pymes.

INDUSTRIA Y TECNOLOGÍA

Algunos pensarán que esto no importa mientras otros sectores, como la minería y la agricultura de exportación, sigan creciendo. Sólo que no es igual. Hay investigaciones mundiales muy sólidas que señalan que los países que mantienen buenos ritmos de crecimiento económico tienen una base en los sectores productivos con mayor avance tecnológico. Se trata de sentido común: todos sabemos que los países con mejor nivel económico son los que han logrado producir con mayor tecnología, que si China ha avanzado es porque ha pasado a ser una potencia industrial en sectores como celulares, computadoras, paneles solares y vehículos eléctricos. El gobierno de Estados Unidos tiene una potente política industrial, elevando barreras a la competencia china y con trillones de dólares de apoyo para que su industria de vehículos eléctricos y de microchips se mantenga a la vanguardia. La Unión Europea encargó un reporte especial sobre su futuro competitivo a Mario Draghi, un expresidente del Banco Central Europeo categorizado como uno de los pensadores económicos del viejo continente, y su informe indica claramente que requieren apoyar fuertemente a sus industrias de tecnología avanzada. El despegue de países como Japón, Taiwán y Corea del Sur tuvo base similar.

La Universidad de Harvard ha investigado este tema y ha llegado a publicar anualmente un “Atlas de la Complejidad Económica” que resume cuán avanzada tecnológicamente es cada estructura productiva. Sus investigadores demostraron estadísticamente que los países de mayor crecimiento económico son los que tienen mayor conocimiento tecnológico, expresado en productos más complejos. El neoliberalismo decía (debe haber algún obtuso que aún lo dice) que cualquier cosa que produzca un país da lo mismo; que exportar rocas es lo mismo que producir aviones. En Harvard demostraron que no, produjeron un ranking de la complejidad económica de los diversos productos y sobre esa base hicieron un cálculo para cada país.

¿Cómo va el Perú? El último reporte del “Atlas de Complejidad Económica” muestra que nuestro país está ahora en el puesto 107 de 133 países. Es decir, bien a la cola. Tenemos un puntaje negativo en el índice de complejidad económica de -0.86. En el año 2000 estábamos en el puesto 79. Hemos perdido 28 puestos porque nuestra complejidad económica ha retrocedido fuertemente. Este es el resultado de las políticas neoliberales que han sacrificado a nuestra industria, permitiendo que las importaciones chinas barran con sectores completos de producción nacional y ninguneando el necesario soporte a la innovación tecnológica, mientras insisten en una propuesta primario-exportadora. Creen que nuestro futuro está en sobreexplotar nuestra naturaleza sin límite ni medida.

Es interesante revisar cómo el “Atlas de Complejidad Económica” categoriza a nuestros principales productos de exportación. Lo hace calculando para cada producto el índice de complejidad económica (ICE) correspondiente. Mientras este sea más positivo es mejor, si es negativo es más atrasado tecnológicamente. Nuestra principal exportación son los concentrados de cobre, que tienen un ICE de -2.19, fuertemente negativo. Es a esta producción a la que el actual gobierno y la ultraderecha quieren apostar nuestro futuro. El oro, nuestro segundo mineral más exportado, tiene un ICE de -2.52, también fuertemente negativo. El hierro posee un ICE negativo de -1.97. El zinc, de -1.53, y la harina de pescado, de -1.65. Esos son los productos tradicionales de nuestra canasta exportadora, la que llamamos “primaria” precisamente por no tener mayor procesamiento industrial. A ellos en las últimas décadas se ha sumado la agroexportación, algo positivo cuando es sostenible y no agota el agua, pero hay que tener en claro qué perspectivas nos abre ese sector: el índice de complejidad económica ICE de las uvas es un negativo de -1.21.

Nuestra producción más compleja y avanzada tecnológicamente, lo que exportamos con un ICE positivo, son baterías, partes de vehículos, partes de maquinaria de excavación, fibras textiles, bombas de líquidos. El Atlas de Complejidad Económica nos informa que lo que más ha crecido en los últimos 10 años en Perú son computadoras y equipos relacionados. Pero lamentablemente se trata de industrias marginales cuyos valores exportados son bajos. En los últimos 15 años nuestros nuevos productos de exportación son “otras frutas frescas” en un 44 por ciento del total (con un ICE de -1.48 negativo) y gas en un 45 por ciento (con un índice de complejidad económica de -2.34).

El “Atlas de Complejidad Económica” también analiza las opciones de cada país. ¿Qué producciones, dadas las tecnologías que requieren, pueden ser más fáciles de desarrollar en el Perú? Para países como México o Brasil, que tienen más industrias, sugieren aprovechar las oportunidades que eso les da avanzando hacia productos algo más complejos. En el Perú la herencia neoliberal ha hecho que tengamos poca industria que nos sirva de base. Por eso la propuesta de este grupo de Harvard es que procuremos dar “largos saltos coordinados hacia áreas de producción estratégicas con mayor potencial de diversificación”. Pero eso necesita un Estado con una mirada de futuro, estabilidad y capacidad. Quizás algún día podamos hacerlo, con otro gobierno. Mientras tanto, bien haríamos en defender nuestra industria y promover nuevas tecnologías.

Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 704 año 14, del 11/10/2024

https://www.hildebrandtensustrece.com/

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