Ronald GamarraEl hermano y más íntimo sostén político de Dina Boluarte, alias presidenta de la república, está fugitivo, con orden de captura. Tras días y días de pronunciamiento oral de la resolución, el Poder Judicial dictó 36 meses de prisión preventiva a Nicanor Boluarte. Resolución justa y fundamentada. Pero el trámite fue excesivamente formal, largo y farragoso, tanto que permitió al hermanísimo tomar las de Villadiego. La próxima vez habrá que enunciar de frente la parte decisoria del fallo para no dar al investigado tanto tiempo para escapar mientras el juez menciona una retahíla de argumentos y destaca una pluralidad de citas de episodios forenses que pueden llenar cientos de páginas. Ironías aparte, el caso del primer Boluarte pedido y corrido ilustra el grado de podredumbre y miseria moral que reina en el corazón del poder en nuestro país.
Por lo demás, sabemos bien que la orden de detención es una formalidad para el gobierno y no la ejecutarán. Nicanor Boluarte será otro prófugo tan protegido como el perulibrista Vladimir Cerrón, mayordomo del pacto corrupto entre el gobierno y el Congreso de la fujiderecha, los cuales están de acuerdo en la adopción de normas y medidas que protejan a los delincuentes que pueblan sus filas. Por eso han impuesto al país leyes que, por favorecer a los maleantes que cobijan, terminan ofreciendo protección e impunidad al peor malevaje común, tal como se ve en casos de plena actualidad.
En el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) las cosas huelen cada vez más podridas. Carne de caballo sacrificado –vaya uno a saber en qué camal clandestino– para los niños y niñas del programa de alimentación infantil Qali Warma. Eso no es todo. En el mismo programa del Midis se descubren por aquí y allá conservas en mal estado, contaminadas, infestadas de parásitos. Tampoco se detiene el escándalo allí. Pues de inmediato se denuncia que una empresa contratada por tal entidad distribuye entre los niños el mismo alimento que se destina a la alimentación barata de perros. Simplemente hay que jalar el hilo para que salga el rosario entero de la trampa y el fraude.
El programa Qali Warma está tomado totalmente por la corrupción más inescrupulosa, la que no duda en dañar a la niñez para lucrar. Y en estos hechos están denunciados como responsables o encubridores o receptores de sobornos los más altos funcionarios del sector y hasta se ha mencionado como involucrado al aprista Fredy Hinojosa, que funge de vocero presidencial, que cobra 25 mil soles mensuales por decir tonterías para tapar las trastadas de Dina. Pero nadie es removido, ni investigado, ni mucho menos sancionado. Todos siguen en su lugar, a pesar de las pruebas que acompañan las denuncias. Obviamente no se trata de casos aislados, de funcionarios individualmente corruptos, sino de redes que se han apoderado del Midis.
El Midis hace agua por todas partes, naufraga en la atención a la niñez, intoxica en vez de alimentar, la pone en peligro en lugar de protegerla y promoverla, ha impuesto la lógica perversa del negocio corrupto sobre el servicio público. Pero el ministro Julio Demartini, colaborador íntimo y favorito de Dina Boluarte desde 2021, sigue en el cargo a pesar de todos los escándalos, inamovible e incólume. Por algo será. Y el Congreso ni siquiera lo interpela, ni mucho menos lo censura, ni se ocupa en absoluto del caso. Por algo será también, pues. Cuántos tunantes de la plaza Bolívar no estarán metidos en los negociados de Qali Warma a través de empresas fantasma, a nombre de testaferros.
Dina Boluarte misma arrastra una larga e impresionante lista de cargos delictivos por los cuales tiene investigaciones abiertas en el Ministerio Público. Empezando por sus manejos turbios de las cuentas bancarias del Club Departamental Apurímac cuando fue su máxima dirigente. Siguiendo con sus chanchullos de la campaña electoral de 2021 en las filas de Perú Libre y al lado de Vladimir Cerrón. Siguiendo con sus actos de corrupción como presidenta de la república, que incluyen desbalance patrimonial y sus signos exteriores de riqueza, entre ellos los simbólicos relojes de lujo, las joyas y la ropa “proporcionados” por su lobista preferido Wilfredo Oscorima, gobernador de Ayacucho. O la utilización hasta ahora sin explicación coherente de sus vehículos oficiales en relación con el prófugo Cerrón. Pero lo peor es la muerte de 50 peruanos en manifestaciones contra su intención de atornillarse en el poder, como en efecto lo hizo, a sangre y fuego, mediante las fuerzas policiales y militares, a las cuales se autorizó a matar.
La coalición que sostiene a Dina Boluarte no puede durar. Y sin embargo sigue allí. A pesar del irrisorio 3 por ciento de aprobación de la presidenta, récord mundial de desaprobación e impopularidad de un gobierno y su gobernante. El Congreso no se queda atrás en el ranking del desprecio popular, van por ahí con Dina. Pese a lo cual allí están, se mantienen en el poder. ¿Qué ocurre para que las cosas sean así? ¿Por qué la protesta popular que se ha venido manifestando en estas semanas no ha logrado ninguna concesión, ningún retroceso en la coalición del gobierno y el Congreso de la fujiderecha?
La respuesta está, sin duda, en la ausencia total de un referente político alternativo al de la coalición corrupta. En nuestro país, el centro político, la izquierda en sus diversas variantes, incluso la derecha no fascistoide se han disuelto en el mar de las ambiciones individuales por la candidatura a la presidencia de la república y los cargos congresales en las elecciones del 2026. Pululan infinidad de micro organizaciones, creadas precisamente para tentar el huachito electoral, pero no para luchar por defender y recuperar la democracia envilecida hoy por la fujiderecha. Esos partidos microscópicos no son referente político que valga en las actuales circunstancias.
Si la coalición corrupta que gobierna observase que hay una entidad alternativa de oposición democrática, un frente amplio ubicado hacia el centro que acumula fuerzas a partir de los errores del ejecutivo y el Congreso, quizás retrocedería o se resquebrajaría. No existiendo ahora esa opción política, las cosas siguen como están desde que Dina y la fujiderecha se atornillaron al poder sobre los cadáveres de 50 compatriotas. Esta situación debería servir para llamar a la reflexión a las filas de la resistencia a fin de unir fuerzas, defender la democracia hoy y llegar también al 2026 en libertad y estado de derecho, no bajo el autoritarismo, la arbitrariedad y el desdibujamiento de la institucionalidad.
Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 710 año 15, del 22/11/2024
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