Pedro Francke
"Es bueno tener en claro que esto lo debemos negociar con China, que tiene una ventaja competitiva y un interés sostenido"
Aniversario patrio, tiempo de pensar el futuro con la esperanza de que algo mejor venga pronto. Hemos tenido un bajo crecimiento los últimos doce años. Las políticas neoliberales nos regresaron a un modelo primario exportador, produciendo desindustrialización, alta desigualdad e incapacidad estatal. Al mismo tiempo, con otras políticas, China logró un crecimiento acelerado en el sector manufacturero y le fue muchísimo mejor. Hoy con la minería ilegal explotando gracias a un contexto de mayor pobreza urbana, gran desigualdad y altos precios internacionales de los metales, plantearnos alternativas parece ser urgente. Eso pasa por ubicarnos frente a los grandes cambios mundiales en curso, como la transición energética.
Esta tendencia ha generado mayor demanda para algunas materias primas, como el cobre en el que somos de los primeros productores mundiales. Nuevamente tenemos altos precios de estos demandados elementos, algo que debiera ser muy ventajoso para nuestro país. Pero las transnacionales se apropian de buena parte de las ganancias extraordinarias producidas por los elevadísimos precios del cobre y el oro, así que un problema crítico es quién se lleva esa renta minera. Hasta ahora, la Confiep y el Congreso derechista han bloqueado cualquier iniciativa para que reformas tributarias permitan captar el mayor valor de estos recursos para nuestro desarrollo, y además han sostenido este gobierno lleno de corrupción, con pésima gestión pública y total abandono del cuidado ambiental.
En el futuro cercano afrontamos la amenaza de Estados Unidos de imponer 50 por ciento de aranceles a nuestro cobre. Aunque es una de las medidas más idiotas que ha propuesto Trump, es incierto si llegará a aplicarla y a la fecha ese anuncio no ha afectado negativamente los precios internacionales de este producto. Si lo hace, simplemente todo el cobre peruano se venderá en China. Pero hay otro riesgo mayor de mediano plazo, y es que el conflicto entre China y Estados Unidos nos afecte. Trump quiere retornar a una política de considerar a Latinoamérica como el “patio trasero” de la gran potencia, como se ha visto en el tema de los puertos, asunto muy serio frente al cual este gobierno no ata ni desata (para variar).
Pensando estratégicamente, lo más importante es darle valor adicional a nuestros recursos para que esta transición energética impacte en una mayor industrialización. Tenemos capacidad de producir energías sostenibles como la solar y la eólica, usando equipos chinos para su generación, porque son mucho más baratos. Clave es la industria de carros eléctricos. En este rubro China ha sacado una diferencia de varios cuerpos por delante de Estados Unidos y Europa, que han tenido que poner aranceles bastante altos para defender un poco su industria. Otros países latinoamericanos han avanzado algo en esta línea; ahí están el acuerdo de Chile con China para la industrialización de litio convirtiéndolo en baterías y las grandes plantas de empresas chinas de vehículos eléctricos en México y Brasil. Nuestro país: en cero. El cobre sale a China sin siquiera ser refinado.
¿Con quién debiéramos priorizar relaciones para apalancar una industrialización nacional? No parece que pueda ser con Estados Unidos. Donald Trump ha regresado a promover la explotación y uso de petróleo sin importarle el cambio climático que afecta a toda la humanidad. Estados Unidos, cuya base productiva viene perdiendo la carrera de innovación y productividad en este terreno, con su actual política de ruptura de pactos e incertidumbre arancelaria va a agravar esa situación y cada vez más deja de ser un competidor en este sector. En la disputa geopolítica y económica mundial, que se ha profundizado en el mundo y de la que no podremos mantenernos al margen, es bueno tener en claro que esto lo debemos negociar con China, que tiene una ventaja competitiva y un interés sostenido. Resalto además un término: negociar. Hasta hace unos años, la ideología y política dominante era la de un mundo económico hiperglobalizado con reglas de “libre comercio” que simplemente debíamos aceptar, pero eso se acabó. Gracias a Trump ya no predominan las reglas internacionales sino la negociación bilateral y China avanza sus propios intereses con mirada estratégica. Nuestro Estado debe adecuarse y reorganizarse frente a esa nueva realidad.
Hay otro jugador en el mundo, ya en un lugar más relegado, pero aún poderoso: la vieja Europa. Para ellos el cambio climático es aún importante. Además, tienen un serio problema porque bajo Trump, quien era su principal aliado y socio, han llegado tiempos de confrontación, mientras que China se inclina hacia Rusia, lo que en Europa es visto como un riesgo a su seguridad. Europa aumenta su gasto militar, pero están en una situación en la que Latinoamérica podría ser uno de los pocos espacios que tienen para avanzar alianzas. Debiéramos aprovechar esa oportunidad. El Mercosur ya lo hizo y firmaron un acuerdo largamente postergado.
Aun si jugáramos bien nuestras cartas, es necesario tener en claro que cualquier estrategia estará llena de incertidumbres y dificultades. Una pregunta clave es hasta qué punto América Latina puede vincularse en las cadenas de valor globales y bajo qué condiciones. Otra pregunta es si estos nuevos productos industriales tienen el alcance como para impulsar una recuperación sostenida de la industria latinoamericana. Finalmente, es claro que apenas hemos abordado uno de varios temas claves para nuestro futuro. Pero debemos avanzar estas discusiones, porque de continuar con este neoliberalismo extremo seguiremos exportando materias primas y viendo cómo estamos cada vez más lejos de la frontera tecnológica mundial, rematando recursos naturales y malogrando nuestro ambiente. Todo esto mientras la pobreza, la desigualdad y la pérdida de derechos sociales sustentan una espiral de violencia, desorden social y desorganización nacional. Por ese camino, la democracia pronto puede convertirse en tan solo un recuerdo del pasado.
Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 743 año 16, del 01/08/2025
https://www.hildebrandtensustrece.com/
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