Ronald Gamarra
¿Tanto desprecia la fujiderecha al Perú y a los peruanos que no duda en endilgarles el gobierno a dos tipos con estas características personales turbadoras, por decir lo menos?
Ningún gobierno peruano ha conquistado así de rápido un desprestigio universal tan merecido como el de Jerí. Nombrado presidente en la madrugada del 10 de octubre, con barro y paja, a medianoche, como para que nadie se entere, ya en el curso de ese mismo día la denuncia de violación sexual vertida en su momento sobre él, así como su nada oculta adicción al porno y al lenguaje lascivo y sexista, daba la vuelta al mundo, literalmente. Bastaron menos de 24 horas para convertirlo en una celebridad global para desgracia de la imagen internacional del Perú, tan mellada por la fujiderecha antiderechos humanos y los 49 muertos de su títere Dina Boluarte.
Swissinfo, prestigiosa agencia suiza fundada en 1935, emitió un despacho en el cual destacaba burlonamente que las redes peruanas se poblaron de notas “donde lo apodaban como Pa-Jerí, e imágenes y emoticonos de violines, en referencia a la denuncia por violación que enfrentó a inicios de este año”. Lo mismo ocurrió con un despacho de la agencia EFE. Por su parte, la BBC calificó a Jerí de figura controvertida, que “no ayudará a calmar el panorama”, precisando que enfrenta señalamientos varios por corrupción y presunto abuso sexual. Una amplia selección de sus tuits rijosos acompañaba cada despacho. El gobierno transitorio nace muerto, destruido, en cuanto a su imagen dentro y fuera del país.
El nombramiento de un presidente del consejo de ministros con una afición compartida por las páginas de jovencitas en cueros no hará sino incrementar la imagen ya “controvertida” del gobierno. Nótese que no se trata de dos chiquillos en trance de descubrir la sexualidad con la curiosidad irrefrenable propia de la edad, sino de dos adultos más que maduros, un par de manganzones, metidos en una web como Instagram, persiguiendo decenas y decenas de páginas de jovencitas destapadas. Jerí ya es virtual cuarentón y su premier Álvarez se va hacia los 70. Es ridículo que estén merodeando por una web donde abundan adolescentes y mozas.
No soy moralista, tampoco misionero, ni mucho menos predicador. Simplemente observo, como todo el mundo, un comportamiento deleznable, impropio de dos señorones que pretenden gobernar un país donde el abuso a la mujer y a niñas y adolescentes es una pandemia en permanente crecimiento. ¿Tanto desprecia la fujiderecha al Perú y a los peruanos que no duda en endilgarles el gobierno a dos tipos con estas características personales turbadoras, por decir lo menos? ¿De verdad no tienen otros representantes? ¿Tan pobre es su semillero político que ya sólo pueden imponernos en el gobierno a un par de pornotrolls en reemplazo de una servil incompetente?
La dignidad tampoco figura en el vocabulario del flamante presidente del consejo de ministros. El mismo día en que le hicieron la propuesta para el alto cargo, Álvarez había publicado un artículo en “Expreso”, en el cual lamentaba la vacancia de Dina Boluarte como una “suma de errores, venganzas e intereses ideológicos”. No le había gustado nada la caída de la mujer de los Rolex. Pero qué rápido cambió de opinión apenas le ofrecieron el empleo. Se nota que es un tipo de reflejos inmediatos cuando se trata de su propia y muy personal mejoría. La miel del poder y sus privilegios lo estimularon para dejarse de opiniones “controversiales”, compartidas con lo más rancio de la ultraderecha local.
Álvarez proviene de lo más reaccionario de la política local. Es un caserito de los infames programas de Willax. Es un terruqueador profesional, que incrimina toda protesta popular como asonada subversiva y promueve en consecuencia la represión de las libertades ciudadanas. Detesta a la generación Z, a la que califica de banda y heredera del MRTA. Aparte de eso, es todo un exponente de la discriminación racial, sexual, clasista y otros tipos de odio. En un artículo publicado el 21 de enero, en “Expreso”, con el título abiertamente provocador de “Maricones y beatos”, Álvarez se dolía y se lamentaba porque, escribía él, han desaparecido los programas cómicos, “pues hoy es inadmisible cualquier burla al viejo, al homosexual, al negro, al serrano, al tonto, al gordo. Así, fueron prohibidos personajes como la Paisana Jacinta y marcas inocuas como la mazamorra La Negrita. Los ciudadanos, en general, aprendimos a callar nuestras opiniones por miedo al bullying de los radicales”.
Así pues, este señorón se queja de que la “libertad” de insultar, ridiculizar, injuriar, ofender o hacer escarnio de las personas integrantes de colectivos sociales minoritarios o vulnerables se haya vuelto cada vez más estrecha por culpa de los “radicales”. Aparte de que miente descaradamente, porque nunca se ha formulado una prohibición legal contra programas o marcas en nuestro medio, Álvarez no puede, ni quiere, comprender que, poco a poco, la opinión pública ha ido cambiando en nuestro medio, especialmente entre las nuevas generaciones, mientras él se atrinchera en la mentalidad tradicional discriminadora. El tipo reniega porque ya no puede cholear con la “libertad” de antes. Es incapaz de reconocer y darles la bienvenida a la igualdad y al respeto.
¿Hará algo esta administración de pornotroles para contrarrestar la ola de criminalidad? Hay que dudarlo. Está demostrado que el problema no interesa a la coalición mafiosa que los ha ungido de primeros espantajos de la república. Servirán seguramente para el proyecto de intrusión en el poder judicial y de disciplinamiento de los jueces que defienden sus fueros y competencias, así como para el plan de manipular las elecciones generales de 2026 y garantizar la continuidad del pus en el poder. No se ve que tengan otra utilidad. Llegado el caso, incluso, la costra que padecemos podría desecharlos y sustituirlos por otros hombres de paja, por otros peleles. No cabe esperar nada bueno de este gobierno de transición. Debemos persistir en luchar por la restitución de la democracia. Tarde o temprano lo conseguiremos.
Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 754 año 16, del 17/10/2025
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