Pedro Francke
"Puedo señalarme a mí mismo y decirme qué demonios estoy pensando luego de tantas decepciones"
Es entendible el escepticismo de mucha gente frente a las elecciones venideras. Hay buenas razones para el pesimismo, dada la situación política actual. Hay cosas que no solo están mal sino que dan asco, mucha rabia y también traen desesperanza. La democracia ha sido recortada severamente por el fujimorismo y sus aliados y a varios candidatos opositores les están impidiendo participar en estas elecciones. El panorama está feo y peligroso. A pesar de todo, es indispensable buscar salidas para nuestra nación. Al final de cuentas, lo que somos y lo que seamos como sociedad es un resultado de lo que hacemos.
Me mantengo como militante de un partido. Soy necio. No he sido tan activo como pienso que es mi deber, pero acá estoy. Sé que soy una excepción. La desconfianza de los peruanos en los partidos es mayúscula. Puedo señalarme a mí mismo y decirme qué demonios estoy pensando luego de tantas decepciones, algunas de ellas profundas. Pero me respondo de dos maneras. Es claro que una de las causas de fondo de los males nacionales es la debilidad de los partidos y organizaciones ciudadanas, lo que facilita que el poder político sea capturado por corruptos y caudillos sin más norte que su propio beneficio. No hay progreso sin Estado y no hay democracia sin partidos vivos y organizados. Así que, si queremos buscar soluciones reales a la crisis que vivimos y a nuestros males históricos, no hay otra: se necesitan partidos democráticos fuertes. Claro que podemos decirnos, como frente a muchas otras cosas, que otros pueden hacer eso, que ese asunto no va con nosotros, que mejor que alguien más se encargue. O simplemente cerrar los ojos y mirar a otro lado. Pero a mí me impactó alguna vez esta frase: “Si no eres parte de la solución, eres parte del problema: ¡actúa!” (algunos se la adjudican a Lenin, quien si de algo sabía era precisamente de la acción).
Por otro lado, en el Perú y en nuestras vidas muchas veces enfrentamos problemas que recurren una y otra vez, que no parecen tener solución, que nos frustran reiteradamente pero frente a los cuales no nos queda más que seguir intentando. La salud pública en el Perú es pésima y no hemos logrado transformarla, pero no podemos abandonar esa brega. Igual sucede con la lucha contra la corrupción y el crimen organizado. Seguramente nunca acabaremos totalmente con esos males, pero no podemos bajar los brazos. Igual pienso de la participación política: es frustrante, nos da en el suelo una y otra vez, pero si el pueblo peruano termina de tirar la toalla, nuestro futuro será peor, dominado por un dictador abusivo y con más inseguridad ciudadana y conflictos internos. Como decía a veces mi madre: “no hay peor lucha que la que no se hace”.
Así que acá estoy, militante del Nuevo Perú por el Buen Vivir, hoy en la alianza Venceremos. Es un partido de izquierda que ha pasado por buenas y malas, pero con varias cualidades que me enorgullecen. Mantiene bien altas las banderas de la igualdad, los derechos y el bien común frente a una ofensiva reaccionaria llena de homofobia, racismo y machismo. Frente a los cincuenta asesinatos de Dina y el de Trvco, Nuevo Perú ha seguido luchando en las calles. Ha logrado un importante recambio de liderazgos. Verónika Mendoza tuvo un rol importante como nuestra candidata y hoy sigue militando, pero de otra manera: abriendo nuevos espacios de debate y formación, con una entereza extraordinaria. Sigrid Bazán ha destacado como una excelente congresista, consecuente, honesta y demócrata. En medio de la bazofia del Congreso, es de las pocas por quienes volvería a votar –y, de hecho, votaré por ella–. Nuestro candidato presidencial es Vicente Alanoca, de una comunidad campesina aimara, con dos doctorados en una universidad española y docente en la Universidad del Altiplano, juntando así la experiencia rural y la identidad del sur andino con un alto conocimiento científico. Lo acompaña en la plancha Gustavo Guerra-García y Dalia Abarca. Gustavo, un hombre de izquierda desde su juventud, me acompañó como viceministro de Hacienda, encargado del presupuesto público, un cargo de mayor peso en el Estado peruano que varios ministerios, y su gestión fue extraordinariamente buena. Otro candidato para las primarias era Guillermo Bermejo, pero una maniobra antidemocrática lo ha sacado de carrera. Es muy bueno también que haya democracia interna y no sólo para la plancha presidencial. Hace un par de semanas, voté en una elección interna, con voto secreto y directo, para los candidatos al Congreso. Consecuencia, democracia interna y recambio dirigencial que no son comunes entre los partidos en el Perú.
Frente a los problemas nacionales, ya presentamos 26 propuestas para el 2026. Para la economía, reforma tributaria y fin de las exoneraciones abusivas, gasto social, relanzamiento de la pequeña agricultura y crédito y tecnología para las pymes. Frente a la inseguridad ciudadana, derogatoria de las leyes procrimen y profunda reforma policial, inteligencia frente a las bandas, justicia rápida y penales seguros. Una nueva Constitución para reemplazar a la mafiosa que ha impuesto el fujimorismo, haciendo justicia a los pueblos originarios, priorizando la educación de calidad y el avance tecnológico. Muchas más propuestas y precisiones pueden leerse en https://nuevoperu.pe/.
En la izquierda la otra opción es el castillismo, pero prefiero una construcción orgánica, con elaboración programática, comunión de capacidades y firmeza en defender todos los derechos sin exclusión alguna. Hay también algunos candidatos de centro-derecha o de centro que me parecen decentes, pero sigo siendo un hombre de izquierda que no puede pasar por agua tibia el racismo de nuestra oligarquía y los abusos de sus monopolios. Así que yo me quedo con el Nuevo Perú. ¡Venceremos!
Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 757 año 16, del 07/11/2025
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