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29 de junio de 2024

Assange

Ronald Gamarra

Julian Assange finalmente está libre, después de 14 años de persecución y tras cinco años de reclusión en una prisión de alta seguridad (precaución inútil y abusiva contra un periodista), al llegar su defensa legal a un acuerdo con las autoridades judiciales de los Estados Unidos, el país que requería su extradición para sentenciarlo probablemente a cadena perpetua. Según el trato alcanzado, Assange no será entregado a los yunaites, por lo cual las autoridades británicas procedieron a ponerlo en libertad de inmediato.

Assange se somete voluntariamente a la justicia norteamericana, pero no en territorio gringo. Lo ha hecho en una isla de Oceanía, cercana relativamente a su Australia natal, donde aquella justicia tiene jurisdicción. El acuerdo prevé que será sentenciado a una pena que se dará de inmediato por cumplida, pues será equivalente al tiempo que Assange fue recluido en la prisión británica de alta seguridad. De este modo, queda satisfecha la exigencia norteamericana de asumir jurisdicción, pero sin extradición ni juicio, previendo una sentencia compurgada, y se dará el caso por cerrado definitivamente.

Assange saltó a la primera plana de la noticia cuando dio a conocer públicamente, a nivel mundial, cientos de miles de documentos, en particular correos electrónicos, de la administración norteamericana, que revelaban una multiplicidad de manejos dudosos, cuestionables o francamente cínicos sobre el manejo de la política exterior de los Estados Unidos y su involucramiento en hechos que representan graves violaciones de la soberanía de otros países e inaceptables violaciones de derechos humanos.

El universo de información liberado por Assange a través del sitio web WikiLeaks, a disposición libre de todo el mundo, especialmente de los medios de comunicación, representó una revolución desmitificadora acerca de la conducta política del estado democrático más importante del mundo, a la vez la primera potencia política, económica, diplomática y militar. Se trataba, nada menos, del desafío quijotesco lanzado por un individuo, en nombre de la sociedad civil mundial, a la potencia más poderosa del planeta, la cual quedaba cuestionada y al descubierto.

Muy caro ha tenido que pagar Julian Assange su atrevimiento que cabe calificar de heroico. Década y media de persecución en la cual su libertad quedó recortada al máximo, primero buscando un asilo en Suecia, que le fue negado, y en cambio le abrieron investigaciones y procesos; luego amparándose por siete años en la embajada de Ecuador en Londres; finalmente, pasando cinco años en una prisión de alta seguridad británica, pugnando por impedir su extradición para una condena segura en los Estados Unidos.

Cuando empezó esta peripecia, Assange era un hombre joven avanzado en la treintena. Al recuperar la libertad, ya es un cincuentón. Han sido largos años de lucha muy dura que han exigido demasiado de él. Si bien un movimiento de solidaridad se levantó en todas partes del mundo, no siempre fue todo lo fuerte y decidido que pudo y debió haber sido. En particular, los grandes medios de comunicación se mostraron con frecuencia indiferentes o escépticos, adoptando una posición “neutral” en un caso en el cual se jugaba a fondo la posibilidad de ejercer la libertad de prensa.

Finalmente, el gobierno del presidente Biden, evaluando con serenidad el estado de las cosas, se ha decidido por liquidar de una vez un asunto enojoso en el cual hacían el papel de un súper Goliat que blande porrazos torpes frente a un indomable David que abandera la libertad de prensa, particularmente la prensa de investigación. Al dar por cerrado este caso, los Estados Unidos se liberan de una carga que los desprestigia aún más y mantiene vigente la atención mundial sobre las intimidades nada agradables que guardan los WikiLeaks. También se considera que se trata de un gesto de Estados Unidos hacia Australia, que mantuvo siempre una posición a favor de su ciudadano Assange, dada la creciente importancia de la alianza de Estados Unidos con ese país en el contexto de un “cordón sanitario” contra China.

El periodismo verdadero, el que revela verdades y airea secretos malolientes de los que detentan el poder en cualquier país, siempre será acosado, perseguido, reprimido y calumniado. Es natural. Los perjudicados por el periodismo de investigación no son precisamente angelitos, sino gente con pocos o ningún escrúpulo, que se asumen intocables hasta que unos periodistas aparentemente inofensivos, porque no figuran en los rangos del poder, los desenmascaran ante la opinión pública y eventualmente los obligan a afrontar investigaciones y sanciones penales.

Esto lo vemos siempre en nuestro país. La represión de la libertad de prensa y de expresión es toda una tradición. Bajo el régimen actual, con este congreso y este gobierno de Dina Boluarte, las limitaciones y ataques a la libertad de prensa se han incrementado exponencialmente, incluyendo el uso de turbas acosadoras contra periodistas en sus propias casas, el lanzamiento de excrementos, la invención de falsedades absurdas como aquella de que “Gustavo Gorriti ha gobernado el Perú en los últimos 20 años y es el propietario del Ministerio Público”. Sus ataques y calumnias no pasarán, y el periodismo de investigación resistirá y triunfará como lo ha logrado Julian Assange.

Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 692 año 14, del 28/06/2024

https://www.hildebrandtensustrece.com/

15 de febrero de 2022

Assange o liquidar al mensajero

 


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Francisco Sierra Caballero

La libertad de expresión está en peligro. En el Estado fallido estadounidense, mientras la administración de Joe Biden juega a la espiral del disimulo en forma de cumbre de la democracia para la región, se cuenta una vez más con el Caballo de Troya de la justicia británica y de su Estado, históricamente alineado hacia los intereses norteamericanos para ejemplificar así un “aviso a navegantes”.

Bien es sabido que la información es poder y que la captura del código es central en el nuevo régimen de mediación social, pero sólo desde que Wikileaks reveló con documentación oficial las formas de operación y control de la CIA, la mayoría de la población ha empezado a ser consciente de la era del “Gran Hermano”.

Una de las conclusiones más evidentes de los estudios sobre las formas de hegemonía en la comunicación mundial es, precisamente, la imperiosa necesidad de un sistema de comando, encargado de imponer y propiciar la devastadora lógica de dominio o seguridad total, colonizando así la esfera pública y extendiendo la política de información de las “bellas mentiras” como relato único y verdadero de los acontecimientos históricos.

Y ello, incluso, a condición de planificar y producir masivamente programas de terror mediático y militar para cubrir los objetivos imperiales, anulando todo resquicio de crítica y pluralismo informativo en la comprensión de los problemas fundamentales de nuestra sociedad.

En este contexto hay que situar la persecución de Julian Assange. Parafraseando a Slavoj Žižek, Assange representa una nueva práctica de comunismo que democratiza la información. Lo público sólo se salvará mediante la épica lucha de héroes de la civilización tecnológica. Assange, Manning, Snowden son, como sentencia Žižek: “…casos ejemplares de la nueva ética que corresponde a nuestra época digital”.

Como espía del pueblo, la autonegación de Assange escenifica la épica del héroe que socava la lógica del secreto para afirmar lo público por razones geopolíticas y de derechos. Sobre todo, hablamos del derecho a tener derechos frente al discurso cínico de la Casa Blanca que Wikileaks reveló deconstruyendo, punto a punto, documento a documento, la vergüenza de un orden social arbitrario.

Quienes hemos participado en la campaña internacional por la libertad del fundador de Wikileaks sabemos, en este sentido, que en esta lucha nos jugamos el futuro de la democracia y de los derechos humanos. En la era de la videovigilancia global, la defensa de Assange es la protección de todos contra la NSA y la clase estabilizadora del aparato político de terror que trabaja al servicio del Wall Street.

Si es que, de acuerdo con Mike Davis, la globalización acelera la dispersión high-tech de grandes instituciones de la sociedad industrial como la banca, dando lugar a procesos de desanclaje e incertidumbre, en esta dinámica, no es posible el control social sin recurrir al discurso del miedo.

El temor siempre ha sido un eficaz recurso de propaganda y hoy de nuevo la principal función de dominación ideológica. Así, por ejemplo, como recuerda Eagleton, los soviets y el enemigo rojo han desaparecido, pero quedan para simular esta función los musulmanes, con los que Occidente conjura sus contradicciones en forma de “Acta Patriótica”.

La percepción aguda de inseguridad en nuestro tiempo es, en este sentido, la condición de la eficacia de la política de aporafobia y la principal lección que hemos de asimilar del caso Assange. Esta lógica es propia de lo que la sociología, desde Stanley Cohen, denomina pánico moral, una reacción irracional de construcción y rechazo de amenazas veladas o abiertamente contrarias a la norma dominante a partir, fundamentalmente, de la capacidad de estereotipia de los medios.

El análisis de cultivo de la Escuela de Annenberg hace tiempo que ha demostrado cómo la violencia simbólica es alimentada por la pequeña pantalla en una suerte de revival de la dominación original.

De ello ya hemos dado cuenta más que detalladamente en el libro “La Guerra de la Información” (CIESPAL, Quito 2017). Y de ello hablamos con Assange en el Congreso Internacional de Movimientos Sociales y Tecnologías de la Información celebrado en Sevilla.

La conferencia de apertura del encuentro fue sin duda reveladora. Y la constatamos con la peligrosa resolución de la justicia británica, que valida el principio de superioridad informativa y la costumbre, habitual desde los años noventa, de eliminar al mensajero. Sólo poner en contraste el caso Pinochet y el fallo en favor de la extradición a Estados Unidos da cuenta de la lógica de dominio que impera con el lawfare.

La cuestión es qué dicen los medios que publicaron los cables de Wikileaks, cómo se posicionan Reporteros sin Fronteras, la SIP y otras organizaciones gremiales ante tales ataques, acostumbrados a denunciar problemas de libertad de expresión en Venezuela al tiempo que mutan su posición en Colombia. ¿Van a denunciar las actuaciones de la CIA y el Pentágono en su empeño por eliminar a Assange?, ¿Respaldarán la posición de la Federación Internacional de Periodistas o ULEPICC? Nos tememos que no.

Hace pocos años, el CIESPAL lideró la campaña internacional en defensa de la libertad de Assange; creamos la cátedra Julian Assange de Tecnopolítica y Cibercultura; contribuimos en Nuestramérica a pensar el reto de la mediación social desde valores democráticos; y no cesamos en medios públicos y privados de defender los derechos comunes a la comunicación.

Hoy el gobierno ultraderechista de Ecuador calla, y ya otorgó a su antecesor la debida rendición y pleitesía a Washington, vulnerando los derechos constitucionales del líder de Wikileaks.

Sin embargo, los pueblos tienen memoria, lo común se impondrá contra los enemigos de la libertad, la democracia y los Derechos Humanos. Es cuestión de tiempo, pero Julian Assange no dispone más. Toca desplegar un cerco contra el Pentágono y la Casa Blanca. Sin duda, ¡es la gran batalla de 2022!

17 de abril de 2019

¡Libertad inmediata para Julian Assange!

Pronunciamiento de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales En Defensa de la Humanidad

La Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad expresa su más solidario respaldo al periodista Julian Assange, destacado miembro de la REDH, quien ha dedicado su vida a la defensa de los derechos humanos, la libertad de expresión y el acceso a la información de interés público. Por sus extraordinarias contribuciones ha sido galardonado por The Economist, Amnistía Internacional UK, Premio Ars Electrónica, Premio Sam Adams, Medalla de Oro de la Fundación Sydney para la Paz -por su coraje excepcional e iniciativa en la defensa de los derechos humanos-, personaje del año 2010 elegido por lectoras/es de la revista Time, entre otros. 

Expresamos honda preocupación por el proceder del gobierno ecuatoriano que, violando la institución del asilo, ha entregado a Julian Assange al gobierno británico, con un altísimo riesgo de extradición a Estados Unidos donde su vida corre peligro. Rechazamos los pretextos utilizados por el gobierno de Ecuador para justificarse, tales como la acusación de haber “intervenido en asuntos internos de otros Estados”, e incluso de una presunta intromisión en “intentos de desestabilización de Ecuador” imputada a Wikileaks.

 Nos preocupa que el gobierno de Lenín Moreno aduzca precautelar la protección nacional, “evitar que el país se convierta en un centro de delitos informáticos”, mientras que, como parte de una acción que deja nefastos precedentes, él mismo emitió en 2018 un Protocolo Especial de Visitas, Comunicaciones y Atención Médica, que sometió al asilado a una serie de restricciones de sus libertades fundamentales y coartó su derecho a la comunicación, suprimiéndo hasta el acceso a la conectividad, a la información y a la expresión. 

Recordamos que los siete años de asilo de Julian Assange –convertidos en reclusión en los dos últimos- obedecen a persecución política, a represalia por la difusión de materiales que Wikileaks liberó y difundió, al amparo de la transparencia de la información. Las informaciones y datos sobre política internacional y geopolítica, pusieron en evidencia crímenes de guerra y prácticas injerencistas de los gobiernos de varios países y grupos de poder, principalmente de los Estados Unidos, país que aspira a lograr una pronta extradición y juzgamiento. 

La Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad, organización mundial defensora de los derechos humanos y del Derecho a la información y la Libertad de Expresión, hace un llamado vigoroso al gobierno del Reino Unido a mantener una observancia estricta de los principios e instrumentos de derechos humanos, que en el caso incluyen una ‘protección especial’, como estipula el Informe de la Organización de Naciones Unidas sobre Assange (Opinion No.54/2015concerning Julian Assange) y la Opinión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Esta protección debe excluir cualquier escenario de extradición a los Estados Unidos, toda vez que Scotland Yard ha reconocido que la detención obedece a un pedido con ese propósito, formulado por ese país. 

Llamamos a la Organización de las Naciones Unidas, a su Asamblea General y a todos los mecanismos de defensa de los Derechos Humanos, a hacer respetar la protección referida en sus ‘Informes Especiales’ -A/HRC/WGAD/2015/54-, y proteger la vida del periodista Julian Assange, perseguido político, que merece un tratamiento humanitario, con apego estricto e incondicional a la legislación internacional. 

Convocamos a los gremios de periodistas, organismos defensores de la libertad de expresión y del derecho a la comunicación, a los movimientos sociales y populares, a las entidades defensoras de los derechos humanos y otras organizaciones, a movilizarse para exigir al Reino Unido la libertad de Assange, pues las acusaciones fraguadas que pesaban sobre él ya fueron desvanecidas y no subsiste ninguna acusación fundada.  

¡Libertad inmediata para Julian Assange! 

11 de abril 2019 

Secretaria Ejecutiva

Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad