Paco Moreno
Se solidarizaba con la viuda del periodista Hugo Bustíos y ahora le abre las rejas a Daniel Urresti
Entre los conversos más visibles, Fernando Rospigliosi no llega a ser Eudocio Ravines por falta de talento; no llega tampoco a ser Pablo Macera por falta de estudios; pero es, sin duda, el converso más notable entre los gusanos.
“Gusano” es su apelativo exacto desde los años setenta del siglo pasado, cuando estudiaba Sociología en la Universidad Católica, época en la que comenzó a reptar en los pasillos de la política buscando siempre el beneficio personal y el acomodo.
Rospigliosi comenzó en el partido Vanguardia Revolucionaria, de Javier Diez Canseco, donde actuaba como un izquierdista impetuoso, disciplinado y terminó como el punta de lanza de malos militares y policías que actuaron en los gobiernos de Belaunde, García, Fujimori y Boluarte.
Es posible que por falta de propuestas lucrativas no se haya unido a esa aplanadora que dirigían los siameses políticos Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos. Por esto, Rospigliosi estuvo en la oposición contra la dictadura, y muchos lo consideraban un alfil importante a favor de la democracia.
Allí están sus elogios al general Rodolfo Robles Espinoza, quien no quiso beneficiarse de la ley de amnistía que ideó Montesinos y el Congreso aprobó la madrugada del 14 de junio de 1995. Están los videos donde califica de mentiroso a su hoy compadre Jorge Montoya porque este negaba que hubiese firmado la famosa acta de sujeción de Montesinos. Cuenta también su encendido elogio a la lucha contra la impunidad en la presentación del libro El crimen de La Cantuta, de Efraín Rúa, en 1996.
Podemos citar sus artículos en el semanario “Amauta”, dirigido por Óscar Dancourt, y en “Caretas”; también, sus opiniones en foros, conferencias y discusiones, sus libros publicados, y llegaremos a la conclusión de que fue un antifujimorista muy activo, y esto confirma que ahora es un verdadero Gusano converso. Sin embargo, él dice que no lo es y se enoja, y alza voz cuando los periodistas le recuerdan su pasado.
Tal vez no le guste que le digan converso, quizá prefiera que lo llamen tránsfuga. Así lo calificó el escritor Gregorio Martínez en una columna de enero del 2004 publicada en “La República” en tiempos en que el Gusano gritaba: “Soy de derecha y qué”.
Gregorio Martínez escribió: “Para ser de derecha, señor ministro del Interior, se debe tener un pensamiento y una trayectoria semejantes a lo que caracteriza a Hernando de Soto. O ser un empresario conservador con ambiciones políticas. Pero Fernando Rospigliosi no es ni lo uno ni lo otro. Si su nombre tiene cierto relieve es porque escribió y opinó en lo que fue la izquierda peruana. Si no, dígame, dónde puedo leer su ideario derechista. Entonces, Fernando Rospigliosi es solo un tránsfuga”.
De la izquierda recia de Vanguardia Revolucionaria, Rospigliosi cruzó por los pasillos de los que luchaban contra la dictadura fujimorista hasta que llegó el momento de ofrecerle sus servicios a Alejandro Toledo. Llegó a ser ministro del Interior toledista y terminó censurado y repudiado. Después, buscó espacios sin suerte en ese sancochado político que encabezaba PPK.
Entonces llegó al remanente del fujimorismo sin Montesinos ni Alberto, y sorprendió con facilidad a los keikistas sin lecturas ni habilidades finas porque un gusano con dos ojos es el tiburón en la pecera de los tuertos naranjas. Rospigliosi empezó a hacer barbaridades. La ley de amnistía que saca de la cárcel a asesinos mayores de 70 años es evidencia de que se ha convertido en una bestia.
Rospigliosi alentó casi la misma norma montesinista de 1995 que él rechazaba con ímpetu. Rospigliosi se solidarizaba con la viuda del periodista Hugo Bustíos y ahora le abre las rejas a Daniel Urresti, condenado a 12 años de prisión por ser coautor del asesinato de Bustíos. El 25 de agosto Urresti cumplirá 70 años, y pronto llegarán a tener esa edad Jesús Sosa Saavedra, Carlos Pichilingue y Martin Rivas, integrantes del Destacamento Militar Colina.
Estos malos uniformados, como lo recordó el periodista César Hildebrandt, fueron denunciados originalmente por militares honestos agrupados en COMACA (Comandantes, Mayores y Capitanes del Ejército). En 1993, los militares con honor entregaron al entonces congresista Henry Pease documentación sobre las acciones perversas de los esbirros de Montesinos.
Decíamos que Rospigliosi no llega a ser un converso como Eudocio Ravines ni Pablo Macera, pero sí hay alguien parecido a él que se ha pasado al otro bando. Dina Boluarte es la conversa tipo Rospigliosi. Ella se ha cambiado de camiseta por relojes y viajes en el cofre, por sueldos aumentados y movidas para favorecer a sus familiares, por paseos alrededor del mundo avergonzándonos a todos, por el beneficio personal y el acomodo.
Rospigliosi y Boluarte son tal para cual. Trabajan para mantener contenta a Keiko Fujimori, carecen de principios y de sangre en la cara, se traicionan a sí mismos y cada vez son peores, son imanes del desprecio de gente que algún día les regaló un aplauso, y es posible que terminen en el ostracismo total cuando ya no sean útiles para el poder oscuro que maneja este país de infortunios.
Rospigliosi quiere ser senador para salvar su pellejo, y Dina Boluarte busca evitar la cárcel a toda costa. Si pudiera, Rospigliosi le diría a Boluarte: concéntrate en no caer presa, sigue golpeando a la Corte Interamericana de Derechos Humanos porque esto le conviene a Keiko, está bien que te aumentes el sueldo y que presiones para que el Reniec te suelte dinero porque necesitarás mucha plata para estar libre, buena jugada el regalo de autos de lujo para los policías de alto rango porque es una forma de comprar silencios en el proceso por las muertes, con la ley de la amnistía ganaste puntos con los militares, tranquila, yo te ayudaré porque estoy preparando otra ley para que no toquen a los policías y militares implicados en las muertes ocurridas en diciembre del 2022 y enero del 2023.
Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 746 año 16, del 22/08/2025
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