La calle grita que se vayan todos.
La derecha no quiere irse. La derecha nunca se va. A la derecha hay que echarla a patadas. No para que venga una izquierda sectaria, inamovible y desastrosa sino para que el pueblo recupere sus derechos. ¿O qué otra vaina es la democracia?
Con Jerí, tanto como con Boluarte, gobierna el Congreso del hampa. Pero ahora no necesita personal de servicio. Es un buffet libérrimo y cada uno se sirve lo que quiere. Y se sirven hasta atragantarse.
Para que el Congreso del hampa siga gobernando –ese era el acuerdo– el señor del bividí colgado y el patrimonio en alza ha tenido que nombrar un gabinete sacado de un almacén de mermas. Esa selección de reputaciones en quiebra la preside un abogado virreinal que cree que el Perú no debió independizarse en 1821 sino un siglo después.
Y allí está la ministra del MEF, que es subordinada de José Salardi, quien, a su vez, preside el plan de gobierno de César Acuña. Los ministros de Justicia y Relaciones Exteriores pasaron directamente por el filtro de Fuerza Popular mientras que todos los demás –sin excepción– son lo suficientemente insignificantes como para prestar el favor que se les solicite en el momento que sea necesario. Es el gabinete de los NN nombrado por JJ bajo la supervisión de K.
La calle sale a protestar y quiere asomarse al Congreso. Y allí está otra vez la policía estúpidamente violenta, deliberadamente provocadora, custodiando la fábrica de esas leyes que el crimen organizado inspiró y agradece.
Entonces se desata la guerra. Pero en esa guerra hay un pueblo expresándose con ira legítima y hay una policía de tan mala fama que hasta el ministro del Interior, un terruqueador salido de los años 80, ha prometido reformar. Puede haber excesos, pero nadie puede discutir el derecho de la gente a manifestar su asco por lo que está pasando.
Algún ser angélico preguntará: ¿Pero no es que ya botaron a Dina?
Sí, pero ahora está Jerí, que podría ser moralmente hijo de Dina, primo de Rospigliosi, entenado de Montesinos, sobrino de Acuña. Y junto a él está Ernesto Álvarez, que es una ensalada de lo peor del Apra, lo más rancio del PPC y lo más sabrosón del oportunismo omnívoro con facha académica.
El veredicto popular es que se larguen todos. Pero la derecha preferirá ver muertos en la calle, balas suasorias, incendios populares, heridos uniformados propios, con tal de seguir su plan. Y ese plan, como es notorio, es el siguiente: o barremos en las elecciones del 2026 o barremos con las elecciones del 2026 si “la seguridad nacional” así lo exige.
Desde la caída suicida de Pedro Castillo, el Perú carece de un gobierno legal. Está claro que la destitución de Castillo no contempló el debido proceso y fue abiertamente inconstitucional. Jerí es el sucesor de un gobierno ilegal que, además, se hizo ilegítimo por su ineptitud, corrupción y escándalos. Jerí no es el presidente que los peruanos mayoritariamente reconocen como autoridad constitucional. Y Jerí debería escuchar la ronquera del masivo hastío en vez de los susurros de los cortesanos que le dicen: quédate porque así me quedo yo.
La gente tiene derecho de expresarse con furia porque es furia lo que merecen el gobierno de Jerí, emanación del de Boluarte, la prensa que lo arropa, los locutores asquerosos que terruquean a los manifestantes, la derecha pagada que sale en Willax y anexos a horrorizarse por lo que sucede. Y es furia lo que desata que infiltrados policiales vestidos de civil disparen a matar para que, de inmediato, los canales N del sanchecerrismo reciclado digan que los protestantes se matan entre ellos para tener pretextos y seguir marchando.
Para la gran prensa, cuando los amnistiados por Rospigliosi hacían sus Putis y sus Cayaras, todo estaba bien. Eran los daños colaterales de una guerra que no habíamos declarado. Pero no hay que olvidar que esa guerra se la ganamos a Sendero para evitar una dictadura sanguinaria y para defender los fueros de la democracia. No se la ganamos para que el hampa se apoderara del Congreso, para que una mujer sin escrúpulos nos gobernara casi tres años y para que un sujeto como Jerí nombrara un gabinete salido de alguna escombrera. Es demasiado.
Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 754 año 16, del 17/10/2025
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17 de octubre de 2025
Perú: Que se larguen
"Es el gabinete de los NN nombrado por JJ bajo la supervisión de K"
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Perú: Idiotas, no somos
Patricia del Río
El Congreso quitó el fusible Boluarte y demostró que tiene todo el control
Hoy, viernes 10 de octubre, al momento en que escribo esta columna, el Perú amanece con un nuevo presidente. El congresista José Jerí Oré, en su calidad de titular del Congreso, asumió el cargo luego de que Dina Boluarte fuera destituida del gobierno por mayoría absoluta durante la madrugada. El proceso —como lo han sido todas las últimas vacancias de las que hemos sido testigos— fue violento, acelerado y vino acompañado de un discurso que pretende vendernos la idea de que el Congreso nos ha salvado de la peor lacra que haya gobernado el país en los últimos años. Pero habrá que recordarles a los padres de la patria que idiotas, no somos.
Dina Boluarte tenía que irse, y nadie llorará su partida. La indolencia, frivolidad y absoluta ineficiencia a la que nos sometió durante dos años y 306 días hacían su permanencia en la presidencia de la República insostenible. En realidad, debió irse mucho antes. Debió hacerlo cuando, recién iniciado su mandato, ordenó reprimir con brutalidad las protestas que consideraban su nombramiento ilegítimo, dejando cincuenta peruanos muertos a manos de las fuerzas del orden. Debió irse cuando fue incapaz de explicar por qué lucía lujosos relojes Rolex que claramente no podía comprar con su sueldo. Debió irse cuando abandonó sus funciones de presidenta para operarse la nariz y rellenarse los pómulos con ácido hialurónico. Y debió irse todas las veces que un peruano murió asesinado por las mafias que su gobierno no solo no quiso controlar, sino que benefició con leyes laxas que impedían su desmantelamiento.
Pero no se fue. Durante dos años y 306 días vimos cómo se acumulaban las mociones de vacancia que los poquísimos congresistas de oposición presentaban, a modo de gesto simbólico, sabiendo que sus aliados en el parlamento las archivarían. Durante esos meses —y años— en que tuvimos que soportarla, la ciudadanía, que la castigaba con niveles inéditos de desaprobación (98 o 99 %), tuvo que asistir impotente al espectáculo de un Congreso plagado de forajidos y oportunistas que la protegía y la apañaba a cambio de leyes mafiosas y prebendas políticas.
Los poderosos partidos de César Acuña (APP), Keiko Fujimori (Fuerza Popular), Rafael López Aliaga (Renovación Popular), José Luna Gálvez (Podemos) y demás grupetes no se cansaron de aprobarle gabinetes impresentables, de cubrirle los delitos y de librarla de cualquier responsabilidad penal por sus reprobables acciones. Solo cuando descubrieron que la señora era un lastre para sus fines electorales se atrevieron a librarse del bulto.
Y aquí estamos los peruanos otra vez, con nuestro octavo presidente en ocho años, asistiendo asqueados a un espectáculo que nadie se cree. Vergonzosos resultan los discursos de los congresistas que hoy piden disculpas por no haber escuchado el clamor del pueblo. Se deberían lavar la boca con jabón los líderes políticos que ahora, con el ceño fruncido, intentan desmarcarse de quien fue su aliada más funcional. Porque la mejor muestra de que siguen despreciando al pueblo al que dicen hoy escuchar es habernos dejado a José Jerí Orué al mando, un presidente acusado de violación y de múltiples delitos, que lo descalifican de plano para conducir una etapa de transición tan compleja como la que enfrentamos.
Con un títere en la presidencia de la República y un fujimorista rabioso (Fernando Rospigliosi) en la presidencia del Congreso, lo único que han dejado en claro las bancadas cómplices de Dina Boluarte es que la mafia que apañaba a Boluarte continúa. Y la verdad es que pocas garantías nos quedan de tener elecciones limpias en este tenebroso escenario. Sí, Dina se fue, pero la podredumbre persiste.
Fuente: https://jugo.pe/nuevo-gobierno-poder-oculto-analisis/
16 de octubre de 2025
Perú: Están acabando con la democracia
Pedro Francke
"La política ha sido más bien mantener el statu quo favorable a los grupos de poder económico"
Dina Boluarte gobierna en un triunvirato con Keiko Fujimori y César Acuña. Es un cogobierno Ejecutivo-Congreso, con las políticas importantes definidas en la Mesa Directiva del Congreso donde APP y Fuerza Popular son el eje que arrastra a los otros partidos de derecha. Basándose en pacto de impunidad actúan en alianza con el cerronismo y con varios otros congresistas para hundir las denuncias en su contra y otorgarles diversas prebendas. En el Poder Ejecutivo, Acuña tiene al ministro de Salud y al de Transportes, Keiko al ministro de Agricultura y al de Economía, y todos defienden a los primeros ministros, del Interior y al resto, con algunas fintas para intentar diferenciarse de un gobierno desastroso.
Sus puntos clave de acuerdo son medidas económicas en favor de los grandes grupos de poder económico. Entre 2023 y 2025 hemos vivido una ofensiva de leyes económicas extractivistas, usando el concepto de los premios Nobel Acemoglu y Robinson. Hace pocas semanas fue la ley que regala 20 mil millones de soles a los grandes agroexportadores en exoneraciones tributarias, obstruye que se pueda supervisar los abusos que cometen contra los trabajadores y abre las puertas a una privatización del agua a su favor. También es de su factura la ley pro-AFP que desató la reciente ola de protestas autoconvocada por la Generación Z. Ante el repudio popular, han retrocedido en un par de temas y han entregado un retiro parcial, pero han mantenido el que las AFP reciban un cuantioso fondo adicional del Estado y han aprobado otra ley que permite que de todo nuestro dinero se puedan llevar hasta el 80% al exterior. Antes cambiaron SUNEDU para darles pase a las universidades “fachada” de baja calidad, sin importarles el daño al profesionalismo que es base del progreso tecnológico.
En otros terrenos, la política ha sido más bien mantener el statu quo favorable a los grupos de poder económico. Las grandes mineras vienen obteniendo ganancias extraordinarias y se ha frenado cualquier intento de que se les cobre lo justo. Grandes monopolios como Backus en la cerveza, Gloria en la leche, Inkafarma y las redes de boticas en las medicinas, Alicorp en alimentos industrializados y el oligopolio bancario siguen abusando de los consumidores sin control. Es por estas enormes ganancias, que están pudiendo extraer gracias a este gobierno, que desde la Confiep mantienen en el poder a Dina, aguantaron a Santiváñez y no se pronuncian frente a la crisis de inseguridad y corrupción que atravesamos. Engordar a corto plazo sus grandes billeteras predomina sobre el interés nacional, que no nos vengan con cuentos.
Este núcleo de poder económico ha mantenido una fuerte influencia en la política peruana por más de treinta años. La caída de Fujimori, a cuya dictadura estuvieron muy amarrados, no los afectó. Esa influencia se produce a ocultas, canjeando millones para las campañas electorales y seguramente coimas a diverso nivel, por leyes a su favor. El caso Odebrecht nos permitió ver los 3 millones 700 mil dólares entregados por Dionisio Romero en maletines llenos de billetes verdes a Keiko, luego de lo cual ella defendió con uñas y dientes a su monopolio de alimentos ultraprocesados Alicorp entre 2014-2017 y ahora el fujimorismo favoreció con esta nueva ley a su AFP Prima.
César Acuña y José Luna, dueños de universidades “fábricas de títulos”, invierten en campañas electorales para acrecentar su poder político, habiendo logrado controlar la SUNEDU y ponerla a su servicio. Mayormente, sin embargo, los grandes jefes de estos grupos monopólicos no participan directamente en la política, prefieren mantener relaciones ocultas al más alto nivel, armar aparatos de propaganda con diversas caretas, mandar a las entrevistas a sus gerentes y contratar lobistas, estudios de abogados y consultoras económicas. Francisco Durand documentó todos esos mecanismos en varios de sus libros.
El poder de este cogollo monopólico ha sido cuestionado varias veces las últimas décadas, porque la mayoría de nuestro pueblo rechaza esta situación de inequidad, abuso y corrupción. Pero son muy resistentes y maniobreros. Lograron capturar a “Cosito” Humala. Odiaron tanto a Vizcarra que lo vacaron, aunque no consiguieron que su escogido Merino se sostuviera. Finalmente lograron tirarse abajo la democracia imponiendo a la traidora Boluarte asesinando a cincuenta peruanos, entre ellos siete menores de edad. Hoy desarrollan nuevas formas de manipulación política a través de las redes sociales con videos que en pocos segundos apelan a sentimientos primarios, buscando que dejemos de lado nuestra capacidad de reflexión.
Vivimos estos años un gobierno oligárquico. No tenemos un gobierno del pueblo sino el de unos pocos. A ellos no les importan el sufrimiento de los transportistas extorsionados, la salud pública o la corrupción rampante. Sólo les importan sus enormes ganancias y seguir con sus abusos y explotación. Esta oligarquía quiere quedarse en el poder capturando el Tribunal Constitucional, la JNJ, el Ministerio Público y ahora van por el Jurado Nacional de Elecciones. A estos grupos de poder económico, este cogollo de mineros y agroexportadores, bancos, AFP y grandes monopolios, les servirían muy bien Keiko, López Aliaga o Carlos Álvarez. Como respaldo, para impedir cualquier cambio, vienen armando un Senado bajo su control y una legalidad sometida vía el TC y la JNJ. Ya no ocultan su postura. El evento anual empresarial de CADE del próximo mes es de un desenfado oligárquico y autoritario nunca antes visto, con una consigna amenazante de aplicarnos su “fuerza” en vez de llamar al diálogo o la reflexión, con conferencistas de la ultraderecha conservadora internacional y Fernando Rospigliosi dirigiendo la primera parte.
El pueblo mayoritariamente rechaza esta enorme desigualdad, los abusos de los monopolios y el extractivismo concentrado. Por eso, para mantenerse en el poder esta nueva oligarquía viene acabando con nuestra democracia. No debemos permitírselo.
09/10/2025
Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 753 año 16, del 10/10/2025
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