"La ONU y sus agencias son torpedeadas cada día, como si no fuesen el fruto de la victoria contra el nazifascismo"
Los derechos humanos están bajo ataque. Una ola mundial reaccionaria pretende pisotear lo que en algún momento parecía una conquista irrenunciable de la democracia. Evidentemente esto tenía mucho de espejismo o ilusión. Lo avanzado laboriosamente en las décadas anteriores, sobre todo en el ámbito jurídico internacional y en las legislaciones de muchos países, no era todo lo que esperábamos, ni de lejos, pero era y es valioso en extremo. Los derechos humanos, que surgieron como una expresión esperanzada de un futuro a la medida de la dignidad del ser humano, y luego considerados como el corazón de la democracia, su razón de ser, ahora son estigmatizados, recortados y agredidos con impunidad.
Hemos sido testigos a nivel mundial de una masacre, un genocidio, perpetrado por el gobierno de Israel contra el pueblo palestino, sobre todo en Gaza, pero también en Cisjordania. Las ciudades de la Franja de Gaza fueron arrasadas por completo, hasta sus cimientos. Los hospitales, las escuelas, las mezquitas, los servicios comunales: todo fue devastado. El 90 por ciento de las viviendas fueron destruidas minuciosamente. La población civil fue bombardeada directamente, causando más de 70 mil muertos. Si se trasladase esa proporción al Perú, hablaríamos de un millón de muertos solo por bombardeos. 64,000 niñas y niños han sido asesinados o han sufrido mutilaciones.
No se registraba desde la segunda guerra mundial una masacre de proporciones tan brutales como la cometida contra el pueblo palestino. Y para mayor escarnio, este genocidio lo perpetra el gobierno de un país como Israel, fundado para acoger a los sobrevivientes del genocidio nazi. Para ello cuentan con la colaboración directa del gobierno de Estados Unidos y el silencio cómplice de las principales potencias europeas. Le han tolerado a Israel todas las atrocidades que ha cometido, incluido el asesinato de cientos de médicos, trabajadores sociales y periodistas que prestaban servicio a la población civil en Gaza. Y le han dado a Israel las armas necesarias para llevar adelante estos crímenes.
Estados Unidos vuelve a imponer con Trump la política del avasallamiento, la imposición y la violación de derechos fundamentales. Este ha convertido en política pública de odio la persecución de los inmigrantes para deportarlos sumariamente. Las ciudades norteamericanas son patrulladas intensamente por una policía especial, el ICE, cuya tarea es cazarlos, para lo cual no dudan en incursionar en escuelas e iglesias, ni en separar familias. La ola de odio contra los migrantes es una de las principales banderas de la ultraderecha europea.
En el plano internacional, Trump administra el conflicto de Ucrania como un negocio privado. Le ha impuesto la entrega de sus recursos minerales como pago por el apoyo militar norteamericano, una ayuda que de la noche a la mañana dejó de ser gratuita. A su vez, la guerra de Rusia contra Ucrania cumplirá cuatro años el próximo febrero. Hasta el momento van 1,400 días de matanza y nadie sabe cuántos soldados y civiles han perdido la vida en la peor conflagración europea desde la segunda guerra mundial, pero nadie duda de que suman cientos de miles.
El hambre vuelve una vez más a este escenario de terror contemporáneo. La hay en Gaza. También en África. Trump dispuso el cierre repentino de los programas de ayuda internacional de su país a través de la AID, dejando desprovistas de lo esencial a millones de personas. La aporofobia es todo un discurso contemporáneo. La ultraderecha la promueve culpando a los pobres de su propia situación, como si la gente eligiera tal condición por comodidad, para “vivir del Estado”, dicen los defensores de un sistema que concentra cada vez más la riqueza en proporciones obscenas en las manos de unos cuantos oligarcas en comparsa con los políticos y los Estados.
Los casos citados son apenas algunos de los ejemplos más resaltantes de lo que está ocurriendo con los derechos humanos y quienes los defienden en el mundo. Hoy, el globo está controlado por tres hombres poderosos que no creen en los derechos humanos: Donald Trump, Vladimir Putin y Xi Jinping. Pero de todos ellos, Trump lidera la superpotencia que se reclamaba como el custodio de los derechos humanos. Ya no más. Estados Unidos ahora está dedicado a socavar las instituciones internacionales que promueven la convivencia basada en el derecho internacional. La ONU y sus agencias son torpedeadas cada día, como si no fuesen el fruto de la victoria contra el nazifascismo.
En nuestro país, las cosas tienen la nota grotesca que le agrega la ultrarreacción local. Aquí se libra una campaña constante y persistente contra la misma idea de derechos humanos, que se califican como una mala palabra, que se siguen considerando como una cojudez, que se estigmatizan como pensamiento proterrorista: un lastre inventado por los caviares que puede lanzarse al tacho de la basura. Aquí está en marcha el mecanismo para repudiar los tratados más esenciales sobre derechos humanos, empezando por la Convención Americana de Derechos Humanos, y la jurisdicción de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Aquí se aprueba con argumentos de tinterillo una “amnistía” para cientos de crímenes que repugnan a la humanidad. Aquí no se acepta que los derechos humanos son el parteaguas entre la civilización y la barbarie, el mínimo irrenunciable de la dignidad humana. Aquí se desconoce y se viola, por simple ley, derechos fundamentales previstos en la Constitución.
El panorama es adverso, qué duda cabe. Al mismo tiempo, debemos constatar que nunca como hoy hubo tantas personas vinculadas a la defensa de los derechos humanos en todos los países del mundo. Es posible y necesario resistir la ola reaccionaria. Recordemos que los avances se dieron, en el pasado, por el activismo insistente de grupos pequeños. Lo importante es reorganizarse y responder. Será costoso, no hay que dudarlo, si no veamos lo que ocurre en Gaza. Pero al final la vida tiene que dar la razón a quienes la defienden con convicción. Los defensores de derechos humanos tienen valores y principios éticos. Los reaccionarios solo intereses bastardos que traducen en discursos de odio. Es necesario desenmascararlos.
11-12-2025
Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 762 año 16, del 12/12/2025
https://www.hildebrandtensustrece.com/
https://www.leerydifundir.com/2025/12/peru-los-derechos-humanos-ataque/


