4 de abril de 2025

«El saber que incomoda al poder, la ciencia en peligro»

Julia Steinberger    (Entrevista Guillaume Matthey)

Desde el inicio del segundo mandato de Trump asistimos en Estados Unidos a un ataque generalizado contra la ciencia: despidos, presiones e intimidaciones, cortes masivos de investigaciones, prohibición de usar palabras como género, incluso históricamente o mujer. Este ataque no tiene precedente en su amplitud, pero forma parte de una ola mundial de represión de las libertades académicas y de expresión en los campus. Entrevista a Julia Steinberger, corredactora del GIEC e investigadora en la UNIL.

Julia, conocerás a investigadores en Estados Unidos que sufren o son testigos de los ataques contra la investigación. ¿Puedes darnos algunos ejemplos?

Hay muchos ejemplos, en particular en las áreas de salud, medio ambiente, y en todo lo que se refiere a la equidad o a la justicia social. Puedo contarte el caso de mi colega del GIEC, la doctora Katherine Calvin. Es coautora conmigo del mismo capítulo del 6º informe de síntesis, por tanto alguien que conozco personalmente. Es una científica prodigiosa, de una inmensa competencia, que además colabora y ayuda. Había sido nombrada Científica Jefe de la NASA, un puesto de enorme prestigio, y elegida después copresidenta del 3º Grupo de Trabajo del GIEC, lo que la convierte en la científica estadounidense situada en un puesto más alto del GIEC. Trump empezó despidiendo a todo el equipo de apoyo del GIEC en Estados Unidos. Después prohibió a los científicos estadounidenses participar en las reuniones del GIEC, tratar con medios de comunicación o con sus colegas internacionales. Y ahora sencillamente ha eliminado el puesto de Científico Jefe en la NASA. La destrucción del planeta por Trump y sus aliados petroleros pasa también por la decapitación de la ciencia.

Además de las universidades están siendo también atacados muchos centros de investigaciones, como en el caso de la salud y las epidemas. Por ejemplo, el nuevo Ministro de Salud Robert Kennedy Jr. ha despedido a unas 1300 personas del CDC de Atlanta, el primer centro de investigación en salud pública del país. Hace algunos meses anunció que quería suprimir casi toda la investigación sobre enfermedades infecciosas e inmunológicas.

En efecto, es un ataque sistemático contra las ciencias (tanto sociales como naturales) más orientadas de hecho a ayudar y a proteger a la población de Estados Unidos o de otros lugares.

El ámbito científico es internacional y colaborativo: todas y todos dependemos, para nuestros cuidados y tratamientos, de avances elaborados en Estados Unidos en materia de salud, al igual que dependemos de sus centros meteorológicos para nuestras previsiones. Esta destrucción nos pone en peligro ante enfermedades que serían evitables.

¿Cómo analizas la política de Trump contra la investigación? J.D. Vance declaró en 2021 que «las universidades son el enemigo». ¿Pero contra quién se dirige: la Ciencia como tal, algunos ámbitos en particular, las universidades como focos de resistencia? La climatóloga Valérie Masson-Delmotte ha hablado de un «oscurantismo tecnófilo» para expresar el rechazo de la ciencia, salvo cuando es remuneradora o permite adquirir poder.

Las libertades de investigación y de expresión ya están limitadas desde hace tiempo por la importancia que ocupan los fondos privados en la investigación, y los ataques contra las universidades no son una novedad. Pero, para mí, el proyecto de Trump, Vance y Musk es fácil de comprender: quieren destruir la capacidad democrática (ya antes tan débil) de toma de decisión y de acción, con el fin de acumular el poder y de aprovecharse de la corrupción de las instituciones.

Las universidades son un obstáculo para este proyecto, porque los investigadores ponen al día la realidad, y permiten que la población comprenda lo que está pasando. Si la población estadounidense sufre tempestades, canículas e inundaciones causadas por el recalentamiento climático sin que ningún científico pueda explicarle la causa, estará en peores condiciones todavía para pararlo.

De manera general, el saber crítico producido en la universidad ha constitudo siempre una amenaza para el totalitarismo, el fascismo y el autoritarismo. Vance tiene razón: las universidades y los investigadores son el enemigo del proyecto Trump, porque este proyecto es fundamentalmente antidemocrático.

Para Musk, hay un aspecto suplementario: el anzuelo de la ganancia. Pretende destruir las agencias de investigación o de regulación nacional, como la NASA o la FAA (que se ocupa del control aéreo), para acaparar los fondos de la tesorería estadounidense y redirigirlos hacia su propia compañía SpaceX.  Quiere ocupar el espacio aéreo estadounidense sin la restricción de la seguridad pública. También hay un chantaje con el armamento, ya que SpaceX tiene contratos militares.

Hay estudiantes expulsados por haber participado en movilizaciones por el boicot académico, o investigadores expulsados a sus países por sus posiciones políticas. Paralelamente a los ataques contra la investigación, observamos también graves ataques contra las libertades fundamentales. ¿Cómo se relacionan estos dos niveles?

En efecto, el ataque contra las libertades fundamentales de expresión política y los ataques contra los investigadores están relacionados. Se quiera o no, la realidad expuesta por la investigación, ya sea climática o social, económica o sanitaria, expone también las fechorías del poder.

Desde el punto de vista de la «junta» de Trump, los estudiantes que exigen justicia y derechos humanos para los palestinos no son tan diferentes de los científicos que demuestran la urgencia de la acción climática. Los dos grupos exigen una acción relacionada con principios de bien comín, ya sean los derechos humanos o un planeta habitable.

¿Qué formas de resistencia y movilizaciones podemos ver hoy día?

En Estados Unidos, por el momento, desgraciadamente, demasiado pocas. Las décadas de neoliberalismo desenfrenado dan sus frutos: los estadounidenses se sienten aislados individualmente, los sindicatos han perdido su fuerza, el partido demócrata está dividido y debilitado.

Hay que reaprender toda la capacidad y los saberes de la organización por abajo y de la acción colectiva. Los movimientos estudiantiles y los activistas están mucho mejor organizados que los científicos e investigadores. Pese a todo, los científicos estadounidenses organizaron el pasado 7 de marzo Stand Up For Science, con acontecimientos en todo el país. Se suceden las manifestaciones, incluso algunos políticos prominentes, como Chuck Schumer, comienzan a criticar abiertamente los ataques de Trump.

Pero ya es tarde. El proyecto de Trump y su estratega Steve Bannon es aceleracionista: ir muy rápido y por medio de grandes impulsos para descolocar a las instituciones y los modos de regulación tradicionales. Al no estar éstos últimos a la altura: será necesario que la resistencia al proyecto Trump pase por otro sitio y que sea mucho más rápida y fuerte que hoy.

¿Y cuáles son los límites de estas movilizaciones? Parece que los científicos han comenzado a movilizarse, pero no se ven grandes manifestaciones, ni un gran apoyo en la población.

En efecto, y el papel de los medios de comunicación es importante para crear las condiciones de este abandono de los científicos por parte de la población. Cuando se constata que los multimillonarios propietarios de Los Angeles Times y del Washington Post imponen su línea editorial alineada con las políticas de Trump, está claro que la población estadounidense ya no puede contar con los medios de comunicación como institución independiente, que permitiría informarle sobre el proyecto Trump. La comunicación tendrá que hacerse de otra manera.

¿Qué observas al llegar a Suiza y cómo ves la situación? ¿Quién está aquí a la ofensiva contra las universidades y a través de qué batallas?

Quedé verdaderamente impactada a mi llegada a Suiza en 2021 al observar hasta qué punto las personas políticas se permiten atacar a las universidades y a los universitarios. Es un contexto muy inquietante.

El saber y la investigación universitaria deberían estar al abrigo de los ataques partidarios, pero en cambio los políticos en Suiza se ofuscan en cuanto los investigadores expresan su posición.

En particular, la extrema derecha querría una universidad silenciosa, neutra, difuminada, que nunca tome parte en el debate público. De hecho, no estamos tan lejos de Trump como nos figuramos, sobre todo cuando nuestro presidente de la Confederación aprueba elementos del discurso de Vance.

Parece que ha habido un recrudecimiento de los ataques contra las universidades después de las movilizaciones por el boicot académica del pasado mayo. ¿Cómo ves la situación?

Según pienso, hacemos frente a un backlash, una contra-ofensiva que quiere enterrar las movilizaciones que  molestan, el saber que incomoda al poder. Hoy día está todo en juego: la democracia real, los valores fundamentales de los derechos humanos, las exigencias de justicia social.

El frágil equilibrio ya no se sostiene: las movilizaciones estudiantiles molestan porque exponen la complicidad de las instituciones universitarias y de los dirigentes políticos con las violaciones masivas de los derechos humanos.

Las investigaciones climáticas y ecológicas molestan, porque exponen la incompatibilidad entre la supervivencia de la humanidad y las actividades de los gigantes de nuestra economía, ya sean UBS, Glencore o incluso la Banque Nationale Suisse. Estos conflictos son muy reales, e incluso existenciales.

El caso de Joseph Daher parece paradigmático: es un despido político con otro nombre. Ha sido señalado porque es árabe, tiene un puesto precario y ha sido atacado e incluso difamado en la prensa.

Exactamente. El profesor Joseph Daher es el chivo expiatorio, la presa fácil: precario, de origen sirio, abiertamente político, apoya a los estudiantes. El hecho de que sea mundialmente reconocido por sus conocimientos, que una de sus dos tesis doctorales se haya realizado en la universidad de Lausanne, que enseñe desde hace una década siendo estimado por sus colegas y apreciado por sus alumnos, todo eso no ha bastado para protegerle una vez calumniado en la prensa.

La universidad debería haberlo apoyado y exigido correcciones y derecho de réplica, y en lugar de ello lo ha sacrificado. Es un signo claro de que todos estamos en peligro. La movilización por Joseph Daher nos afecta a todos.

Traducción: viento sur

Fuente: https://vientosur.info/el-saber-es-la-ignorancia-la-ciencia-en-peligro/

Perú: Un nuevo 5 de abril

Ronald Gamarra

"Con la toma del Ministerio Público y el Poder Judicial podrán concentrar todo el poder del Estado como en los tiempos de la dupla Fujimori-Montesinos"

Treinta y tres años después, los fujimoristas, acaudillados por la “Señora K” y sus aliados, pretenden consumar un nuevo 5 de abril, un golpe de Estado en toda forma. En la temporada anterior avanzaron en el copamiento de las principales instituciones públicas. Hoy toca para ellos la hora de dar el zarpazo final apoderándose del sistema judicial, violando la autonomía del Ministerio Público y el Poder Judicial para imponer a sus agentes como ya lo han hecho en el TC, la Defensoría del Pueblo, la JNJ, la Contraloría y otras entidades. Todo con la complicidad y mayordomía de Dina Boluarte, la de los muertos, los rolex y las cirugías.

Paralelamente a la toma por asalto de los organismos del Estado, la coalición articulada por los fujimoristas pretende imponer el rompimiento total con el sistema interamericano de derechos humanos, ya no solo desconociendo la competencia contenciosa de la Corte Interamericana sino repudiando del todo la Convención Interamericana de Derechos Humanos, conocida como Pacto de San José de Costa Rica, tal como lo han hecho dictaduras latinoamericanas recientes como las que tiranizan Venezuela y Nicaragua. Hace tiempo, Keiko Fujimori expresó su voluntad de repudiar dicha Convención, y en estas semanas sus aliados de las bancadas porkista y acuñista han presentado cavernícolas proyectos para lograrlo. Dina Boluarte apoya esta movida promoviendo desde ya restablecer la pena de muerte.

El pretexto del momento es la seguridad pública. El fujimorismo y sus aliados pretenden vender su asalto a la organización judicial y a las normas fundamentales del sistema de protección regional de derechos humanos proclamando a los cuatro vientos una sarta de patrañas y fraudes que intentan concentrar en tales entidades y normas la responsabilidad por el terrible incremento de la criminalidad en nuestro país. Y así, afirman sin rubor alguno que el sistema judicial “libera a miles de delincuentes” capturados por la policía y que las normas internacionales impiden sancionar a los criminales como es debido.

Eso no es verdad. En primer lugar, la policía ha sido incapaz hasta el momento de capturar ni siquiera a una fracción mínima de los hampones que se enriquecen con la extorsión y el sicariato. Esto es resultado de tener un Ministerio del Interior administrado con la irresponsabilidad más absoluta en los últimos años, muy especialmente por el gobierno de Dina Boluarte, más preocupado de reprimir al pueblo que de cumplir con sus obligaciones de seguridad ciudadana poniendo a raya a quienes se encuentran al margen de la ley.

El actual problema de criminalidad es sobre todo una cuestión de falta de despliegue y debida eficiencia de una policía desmoralizada y roída por una corrupción alentada desde el propio Ministerio del Interior. La incompetencia es tanta que el ministro Santiváñez en dos oportunidades anunció públicamente la captura de “importantes cabecillas” de bandas, que inmediatamente la prensa demostró, con simples búsquedas de Google, confirmadas de inmediato presencialmente, que se trataba de personas inocentes y trabajadoras.

La Convención Interamericana tampoco es obstáculo para la lucha eficaz contra la delincuencia. Nunca la ley y el derecho son traba para ningún operador que no sea un inepto en su función. Y aquí, de lo que se trata, es de una incompetencia monumental de funcionarios políticos y policiales nombrados de favor para cuidar intereses particulares en vez de cautelar el bien común. De una costra burocrática de favorecidos que corresponden a sus patrocinadores con negocios corruptos disponiendo los recursos del Estado.

Más bien, es el Congreso el que ha emitido numerosas normas que sí deberían ser derogadas de inmediato porque favorecen al crimen organizado y obstaculizan la labor de fiscales y jueces. Entre ellas, no es menor la norma que dispone que la policía asuma la conducción de la investigación penal, atribución constitucional exclusiva del Ministerio Público establecida desde 1979, que se intenta arrebatarle por vía de una simple ley. Si la policía no puede ni con su alma, si está desbordada ampliamente por la criminalidad organizada, ¿cómo pretenden recargarla aún más con la tarea de hacer lo que corresponde realizar a los fiscales?

La verdad es otra. Al fujimorismo y la coalición que articula le importan un bledo la seguridad de los peruanos ante la criminalidad. Lo que a ellos les importa realmente en su asalto al Ministerio Público y el Poder Judicial es, en primer lugar, asegurarse la impunidad por los numerosos y graves delitos de corrupción por los cuales tienen investigaciones y procesos abiertos en ambas entidades del sistema de justicia. Y cuentan para ello con el apoyo de decenas de parlamentarios cargados de investigaciones por mochasueldos, por negociados de la más diversa índole, por intrigas y conspiraciones criminales de todo calibre. Eso es lo que en verdad les importa y esperan obtener de la embestida contra las instituciones de la administración de justicia.

Lo segundo es la consolidación del dominio que han acumulado hasta el momento. Con la toma del Ministerio Público y el Poder Judicial podrán concentrar todo el poder del Estado como en los tiempos de la dupla Fujimori-Montesinos. Esta vez será la supremacía de Keiko compartida con sus aliados, aunque ella espera lograr la hegemonía haciéndose elegir en las elecciones del próximo año, que desde ya están tratando de manipular. Porque ese es también otro objetivo del asalto a los organismos del sistema de justicia: controlar y amenazar a los organismos electorales para asegurarse, esta cuarta vez, el resultado favorable que no obtuvo en sus tres candidaturas anteriores.

Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 727 año 15, del 04/04/2025

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Mensajes del más acá

César Hildebrandt

"Pero entonces vino la oportunidad, más calva que nunca, más irresistiblemente asquerosa que nunca, y la señora cayó"

El tiempo a veces no cambia a la gente sino que es más drástico.

Ese es el caso de Dina Boluarte. Esta brevísima antología de algunos de sus mensajes públicos demuestra cómo es que el curso de los años y la tentación irresistible de la oportunidad desfiguraron a esta señora que era progre con altavoz y estaba refugiada en una oficina pública.

El tiempo erosiona, es cierto, pero en casos como el de Boluarte no ejerce su función lentamente sino en modo riada y con afán de maltrato y usurpación. Ella es la versión en chancletas de Fausto.

La señora incluía faltas de ortografía en sus textos casi siempre dedicados a enfrentarse a los personajes que ella consideraba despreciables. Lo hacía con asiduidad y como observadora minuciosa de lo que pasaba en política y en el sistema judicial. Y sus blancos favoritos eran el “infame fujimorismo” y el “Apra corrupta”, los dos partidos de los que tanto se ha valido. El partido del excandidato a senador japonés es su aliado vital en el Congreso del hampa y del Apra salió la estrategia brillante que, con la ayuda de Patricia Benavides, cercó a Castillo y precipitó la tragicomedia del golpe inerme.

Boluarte fue la vicepresidenta de Castillo porque fue elegida entre varios nombres. Sus palabras eran el aval, sus iras eran su biografía, su combatividad anunciaba la firmeza de quien había resuelto que el mundo tenía que cambiar y que no valía la pena continuar con el guion que los conservadores nos dictaban cada cinco años.

Pero entonces vino la oportunidad, más calva que nunca, más irresistiblemente asquerosa que nunca, y la señora cayó. Era el tiempo de borrarse, de deshacerse, de cambiar de nariz y de estropajo. Era el tiempo de hacerse chichirimico y apostar por la chamba que el destino avaro le concedía. Ese destino sería el de obedecer a los que había denostado, deshacerse de toda lealtad y servir de mascarón de proa a un régimen que competiría en corrupción y amenazas a la institucionalidad democrática con el decenio del ciudadano japonés que ella había odiado tanto.

En suma, la señora Boluarte tornó su reinar en vasallaje y llegó a ser la sombra salpicada que es en la actualidad.

Pero aquí está, tenaz como la fiebre amarilla, parte de su memoria. Aquí está lo que ella fue y, me atrevo a decir, lo que volvería a ser si las circunstancias apremiaran y otras fueran las ofertas del azar. Aquí está Dina Boluarte antes de la operación que la desfiguró y la convirtió en el monstruo que, en enero del 2023, calumniaba a los muertos que ella mandó matar y depositaba toda su confianza en el crimen organizado reunido, como asamblea permanente, en la plaza Bolívar.

Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 727 año 15, del 04/04/2025

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