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22 de enero de 2025

El control de la información: un nuevo imperialismo

Antonio Maíllo, Francisco Sierra Caballero

Mediante el control de la narrativa, la capacidad de definir lo verosímil, los marcos de comprensión y debate, y una suerte de privatización del espacio público digital, las plataformas de origen estadounidense redefinen las reglas del juego y deliberación democrática

En el paisaje digital contemporáneo, los nombres de Donald Trump, Elon Musk y la empresa Meta (anteriormente conocida como Facebook) se han convertido en sinónimos de una nueva forma de imperialismo, una que no se basa en las conquistas territoriales sino en el control de la información, en la modulación del discurso y el control oligopólico de la tecnología: una amenaza ya no velada, sino directa y explícita, a nuestra democracia, que empezó con las injerencias en el Brexit, continuó con golpes de Estado en Brasil, Bolivia y Venezuela y hoy anticipa una campaña de restauración ultraderechista en el propio seno de la UE.

La era de los GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft) y otras grandes tecnológicas de Silicon Valley plantean en este sentido un reto político y un cambio en el paradigma del poder, donde el imperialismo se ha digitalizado y el Príncipe de Maquiavelo actúa como empresario de sí mismo fuera de las estructuras democráticas del Estado nación. La capacidad de moldear la realidad social, política y económica a través de la tecnología concentrada en el complejo industrial-militar del Pentágono es el principal peligro que corren nuestros sistemas de representación. El mismo Biden lo ha reconocido en su último discurso. Mediante el control de la narrativa, la capacidad de definir lo verosímil, los marcos de comprensión y debate, y una suerte de privatización del espacio público digital, las plataformas de origen estadounidense redefinen las reglas del juego y deliberación democrática, despliegan un poder nada sutil que afecta a la política interna y el sistema internacional de Naciones Unidas, tal y como vemos en la guerra de Gaza donde operadores como Facebook o Twitter actúan como cómplices activos y necesarios del sionismo en la guerra de exterminio contra el pueblo palestino.

Los recientes movimientos de X y Meta, eliminando toda forma de control y regulación, incluso interna, del sesgo del algoritmo y la manipulación de informaciones e imágenes, representa una vuelta de tuerca a la lógica disruptiva de la comunicación de la era Trump o Fox News, marcada por el aceleracionismo y la producción de imágenes falseadas de la realidad sin los filtros tradicionales de los medios de comunicación. Este fenómeno no es nuevo, pero ahora se reivindica como legítima la conformación de un ecosistema informativo y un modelo de mediación social y política donde la verdad se disputa en un terreno de “hechos alternativos” y noticias falsas. Este cambio de escalada y visión de los principales actores de la comunicación-mundo tiene consecuencias no solo en la convivencia de culturas y corrientes de opinión, tal y como se está observando en Estados Unidos, sino que afecta sobremanera a la sostenibilidad de la información comprometida por la velocidad y a la viralidad del contenido digital y que además requiere ingentes recursos naturales que incidirán en el expolio de países como Argentina o Brasil que contienen recursos estratégicos para sostener la carrera sin futuro de la innovación tecnológica.

En el contexto de la presidencia de Donald Trump, la ecología de la comunicación va a experimentar cambios significativos, afectando la manera en que se gestionan los recursos naturales y cómo se aborda la transición digital en un escenario geopolítico internacional que trata, desde la Casa Blanca, de retornar al unilateralismo y los tambores de guerra. De algún modo el Pentágono y Silicon Valley nacen, viven y permanecerán alimentando la espiral de la barbarie y la muerte. El fenómeno de la infodemia, término acuñado para describir la sobrecarga de información, especialmente la falsa o engañosa, ha sido un rasgo distintivo de lo que algunos denominan tecnofeudalismo y en cierto modo es verdad, pues como explica Naomi Klein, la doctrina del shock y la aplicación de las medidas de acumulación por desposesión del capitalismo financiero que acompaña la transición digital de estas compañías requiere el aislamiento psicológico y social de los actores sociales. Este ambiente informativo tóxico no solo favorece las ínfulas imperiales de figuras como Elon Musk, sino que impone un “yugo invisible” que además de acumular riqueza logra moldear eficazmente la realidad social y política percibida, imponiendo agendas de terror y desinformación sembrando divisiones y distracciones varias, alejando al público de los asuntos esenciales y de los intereses en juego de Wall Street. Así, al tiempo que nos entretienen con la dialéctica de la inmediatez y la confrontación, se oculta a la opinión pública la malversación de los recursos naturales que la IA y los servidores de estos gigantes tecnológicos requieren para su mantenimiento cuasi monopólico que favorece la desregulación absoluta, que la UE y algún que otro gobierno como el de Lula intentaban frenar para garantizar el normal desarrollo de la actividad de estas corporaciones desde el punto de vista del derecho.

Bien es cierto que la IA se aplica y puede contribuir a optimizar la explotación de recursos naturales, y analizar y predecir patrones climáticos y de uso de la tierra. Sin embargo, la falta de regulación puede conducir a un uso y abuso insostenible de estos recursos. Por lo que además de un problema político de amenaza a la democracia tenemos un problema de ecología política, de ecología de la comunicación, en términos de cómo la política energética y medioambiental puede afectar el desarrollo de tecnologías informacionales y la gestión de recursos naturales a largo plazo.

La transición digital ha sido un campo de batalla geopolítico desde la irrupción de Trump en la escena pública. La visión de Trump sobre la ciberseguridad, la infraestructura de 5G, y la privacidad de datos han marcado un nuevo capítulo en la competencia global, donde la tecnología se convierte en un medio para imponer agendas políticas y económicas directamente conectadas con el rearme de la industria militar estadounidense y la expansión de la OTAN. Este enfoque ha tensionado las relaciones internacionales, especialmente con potencias tecnológicas como China, poniendo de relieve cómo la tecnología afecta la geopolítica en la era digital mientras personajes como Musk actúan de ariete central en el debate sobre el imperialismo digital a través de empresas como Tesla y SpaceX. La visión del nuevo estratega de Trump de una internet satelital con Starlink deja en evidencia que tenemos un problema grave en la UE de soberanía digital y acceso a la información, áreas que antes eran dominio exclusivo de los estados. De ahí que debamos plantear en el debate público nacional quién controla la infraestructura digital, los servidores, la red de satélites, la Unión Internacional de Telecomunicación y el gobierno de Internet, en términos de seguridad nacional y de democracia de las relaciones internacionales. En otras palabras, la respuesta a esta dinámica imperial, destituyente y oligárquica de los GAFAM y Estados Unidos pasa por mayor regulación, la defensa de la privacidad y la soberanía digital, y la promoción de un espacio digital que sea verdaderamente público y democrático. La vigilancia y la crítica de estas dinámicas son esenciales para salvaguardar la democracia en el siglo XXI.

La adaptación de la cultura digital para la creación de lo común con garantías normativas e institucionales es la única forma de no retornar a tiempos oscuros en forma de era tecnofeudal. Es tiempo para la acción y no para mimetizarnos y responder a golpe de tuit. La política por otros medios es el remedio a esta hipermediatización de los señores del aire. Nos va la vida. Literalmente.

Antonio Maíllo.  @MailloAntonio

Francisco Sierra.  @fsierracb

Fuente: https://www.eldiario.es/opinion/tribuna-abierta/control-informacion-nuevo-imperialismo_129_11975176.html

24 de noviembre de 2021

¿Sobre qué versa el metaverso?

Enrique Amestoy

El pasado 28 de octubre desde la cuenta @Meta en Twitter, la empresa de Marck Zuckerberg anunciaba el nuevo nombre de Facebook. “Meta está ayudando a construir el metaverso, un lugar donde jugaremos y nos conectaremos en 3D. Bienvenido al próximo capítulo de conexión social.” decía el tuit y luego señalaba que “los nombres de las aplicaciones que creamos (Facebook, Instagram, Messenger y WhatsApp) seguirán siendo los mismos.”

El anuncio se produjo en lo que podría definirse como el peor momento de Facebook desde su lanzamiento en 2004: con más de 2.800 millones de usuarios, está en la mira internacional tras lo que hoy se conoce como «Facebook Papers», documentos internos filtrados a la prensa por la ex funcionaria Frances Haugen sobre deficiencias institucionales de la empresa. También se anunció que Meta borrará los datos de identificación facial de mas de 1.000 millones de usuarios, debido a las “preocupaciones” planteadas por la sociedad en relación al tema. El rebranding ocurre en momentos en que la Comisión Europea procura investigar a Facebook por prácticas anticompetitivas y el pedido del Parlamento Europeo de prohibir el uso de reconocimiento facial en los espacios públicos: los eurodiputados votaron que no se utilice inteligencia artificial ni bases de datos de reconocimiento facial debido a la alta tasa de error que presenta en grupos étnicos minoritarios, mujeres o ancianos. Asimismo sugieren el uso de software libre (de código abierto) para dar transparencia y trazabilidad a los algoritmos que se utilicen para reconocimiento facial.

En marzo del 2018 en EEUU se estrenaba “Ready Player One” (“Comienza el Juego” para Latinoamerica), película producida y dirigida por Steven Spielberg basada en la novela del mismo nombre del estadounidense Ernest Cline publicada en agosto de 2011. Ambientada en Ohio en el año 2044 con un planeta sobrepoblado, fuentes de energía prácticamente agotadas, altísimos precio de los combustibles, enorme depresión económica a nivel global y cortes en el acceso a Internet en las zonas con menores recursos económicos, las personas encuentran como vía de escape el videojuego de realidad virtual “OASIS”, presentado el 2 de diciembre de 2025. El creador del mismo y poseedor de una de las mas grandes fortunas, luego de morir dejó un huevo de pascua escondido en OASIS. Quien lo encuentre heredará la fortuna del creador y el control de GSS, la empresa de videojuegos propietaria del mismo. El pasaje de la vida real a la virtual es por momentos imperceptible, al punto de no saber en cual “realidad” se está, la salida de OASIS para conectar, perseguir o persuadir a personas en la vida real, haciendo uso de los millones de metadatos colectados por aplicaciones. Los mismos que permitieron a Cambridge Analitycs incidir en el triunfo del Brexit, de Trump en EEUU o de Macri en Argentina, pocos años atrás.

Conocida es la euforia con que Zuckerberg habla del metaverso desde hace varios años. Sin embargo si consulta el diccionario en línea de la RAE para buscar la definición, recibirá ésta respuesta: “Aviso: La palabra metaverso no está en el diccionario.” Idéntico resultado encontrará en el diccionario de Cambridge con “metaverse”. ¿Un término que aún no tiene definición cuenta con un proyecto en el que Zuckerberg ha manifestado que contratará en la UE a 100.000 empleados? ¿Acaso Zuckerberg se visualiza como Anorak, nombre en OASIS del creador del juego? El prefijo «meta» significa «más allá», la raíz «verso», una derivación regresiva de «universo», por lo que podemos hablar de un metauniverso o universo ampliado, basado en la Internet, realidad virtual y todas las herramientas de realidad aumentada (gafas de visión 3D, guantes, trajes y todo tipo de hardware creado o por crearse), que permita ampliar la realidad al punto de no permitirnos discernir con claridad si estamos viviendo en un universo virtual o real, donde podemos generar nuestro avatar tridimensional y ser mujer, hombre, dinosaurio, joven, viejo, vestido y peinado según el antojo de cada quien. Y en la virtualidad hacer que ese avatar, nuestra “yo” digital, interactúe con otros avatares, forme comunidades, trabaje, juegue, se enamore, viva o muera con la seguridad de que con un botón de “reiniciar” se podrá volver a vivir en la piel del avatar o del que se nos antoje. Sin dudas que también existirán en ese “metaverso” las luchas por el control de espacios de poder, millonarios y pobres sumergidos en la más absoluta miseria, pero fuera del “metaverso”, en el “mundo real” habrá quienes se enriquezcan gracias a la virtualidad. “Una de las cosas que realmente me entusiasman para las versiones futuras es el seguimiento ocular y el seguimiento facial, porque si estás realmente entusiasmado con la presencia social, debes asegurarte de que el dispositivo tenga todos los sensores para realmente generar avatares animados y realistas para que puedas comunicarte bien así”, señalaba a principios del 2021 Mark Zuckerberg, propietario además de la empresa OCULUS VR especialista en software y hardware de realidad virtual. No extraña que el resto de los gigantes de la tecnología pretendan jugar la carrera del “metaverso”: tal es el caso de Microsoft o Nvidia. Los gigantes tecnológicos serán, no tengo duda, quienes lucharán por los espacios de poder en ese “metaverso” y por el dinero que se genere en el mismo. Ambición de Sorrento, CEO de la firma IOI en OASIS. «En ese futuro [el del metaverso] podrás teletransportarte instantáneamente como un holograma para estar en la oficina sin tener que desplazarte, en un concierto con amigos o en la sala de tus padres para ponerte al día«, también escribió Zuckerberg en su cuenta de Facebook.

Historia del Metaverso

Las primeras referencias al término “metaverso” se remontan al año 1992 en la novela de ciencia ficción “Snow Crash” de Neal Stephenson. Algo que sorprende de la novela de Stephenson es que, al momento de escribirla, no había elementos materiales que permitieran dar sustento a la propuesta. El ciberespacio como hoy lo conocemos y donde es posible consolidar la lógica del metaverso, aparece muchos años después. Juegos como “Doom” o “Wolfenstein 3D” introducían mundos 3D en los que podía verse la idea del metaverso propuesta por Stephenson. En 1998 se creó el mundo virtual 3D online «There». Los usuarios son avatares y, además del aspecto social (aún no existía ninguna de las hoy conocidas Redes Sociales Digitales), se pueden comprar bienes y servicios con una moneda virtual que puede ser adquirida con dinero real. También en 1998 se lanza la aplicación de comunidades virtuales «Black Sun Interactive». Sin dudas que “Matrix” en 1999 sea la película más conocida en el mundo entero, luego de la novela “Snow Crash” en donde vemos muchos de los paradigmas propuestos por el metaverso. Ente el año 2000 y el 2015 aparecieron diversos espacios de realidad virtual que utilizan los conceptos del metaverso. Tal puede ser el caso del “Proyecto Croquet”, el juego “World of Warcraft” o “Classcraft”: proyecto que pretendía mediante la modalidad del juego, apoyar a estudiantes en su participación en el aula. La implementación más parecida a la planteada recientemente por Zuckerberg surgió en el año 2003. Se trata del juego “Second Life” en donde la realidad virtual, los mundos 3D y la lógica de interactuar mediante un avatar, siendo residente de un mundo virtual, generar espacios, comprar y vender con monedas virtuales que se obtienen con dinero real, del mundo real y que podía ser accesada desde diferentes visores o programas de interfaz de acceso.

El experto en transformación digital Gabriel Levy Bravo plantea que el mayor impacto del metaverso será en la economía digital, la simulación y las ciudades inteligentes. Entiende que luego de la pandemia las empresas como Google o Meta (Facebook) serán las que liderarán la tecnología de los “metaversos”, tanto por su inmenso poderío económico así como por su experiencia en innovación. El mismo Levy Bravo advierte que «Debe evitarse una concentración en este mercado, pues estos desarrollos deberían servir a toda la humanidad por igual y no exclusivamente a un grupo de Silicon Valley, tal y como ocurrió con otros servicios digitales«. Puede encontrar los aportes de Levy Bravo en su sitio web www.galevy.com y en particular en el artículo “Metauniversos y el Internet del Futuro”. Entiendo que es imprescindible complementar el pensamiento de Levy Bravo diciendo que, además de dinero y avance en investigación y tecnología, lo que Meta y Google tienen es el control de los metadatos de mas de la mitad de los seres humanos que habitamos el planeta. No existe ningún proyecto o empresa que se vislumbre en el mediano plazo como competidora de las GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple, Microsoft) en materia de recopilación de datos de todo tipo, inmensas bases de datos de lo que conocemos como Big Data y los algoritmos de inteligencia artificial (AI) para poder analizarlos.

Desde su cuenta de Twitter el pasado 29 de octubre, Neal Stephenson señaló: “Dado que parece haber una creciente confusión sobre esto: no tengo nada que ver con nada de lo que FB esté haciendo para involucrar al Metaverso, aparte del hecho obvio de que están usando un término que acuñé en Snow Crash. No ha habido ninguna comunicación entre FB y yo y ninguna relación comercial.”. Comentario que no pasó inadvertido pero que va en la línea de pensamiento contraria a las mega corporaciones y sin dudas antisistémico, planteado en los libros de Stephenson.

Negocio multimillonario

Según Bloomber, que recientemente publicó la lista 2021 de los siete mas ricos del mundo y coloca a Zuckerberg en el 7º lugar con una fortuna de 122.000 millones de dólares, el metaverso podría suponer un negocio de 800.000 millones de dólares en el año 2024. La firma de Zuckerberg, quien en entrevista con The Verge afirmó que en los próximos cinco años pasarán de ser una empresa de redes sociales a una empresa metaversa, luego del cambio de nombre ha presentado proyectos que dejan ver que no son solo declaraciones o intenciones de deseo de su CEO. “Horizon Workrooms” se presentó como una plataforma de teletrabajo, basada en realidad virtual. Pensado para ser utilizado con gafas de la Oculus, también de Zuckerberg y se ha dicho que propone recrear mucho de los aspectos de una oficina real: reuniones, documentos digitales dejados sobre la mesa o escritorios virtuales.

Nvidia, empresa dedicada al desarrollo de unidades de proceso gráfico (GPU’s o más conocidas como placas o aceleradoras de video) y tecnologías de circuitos integrados para computadoras y dispositivos móviles, anunció en abril su intención de crear una réplica del mundo virtual para hacer testing de distintas herramientas y dispositivos mediante “gemelos digitales” antes de construirlos en el mundo real. Ya han acordado con la firma BMW para crear una copia digital de la fábrica alemana de BMW en Regensburg.

En su presentación de balances fiscales del 2020 Facebook declaró una inversión cercana a los 18.500 millones de dólares en investigación y desarrollo (I+D) y que la mayor parte fue destinada a sus divisiones de realidad virtual y realidad aumentada, los pilares de todo lo relacionado con el metaverso. En el mismo año Amazon declaró haber invertido en I+D en proyectos de inteligencia artificial, machine learning y visión artificial, la suma de 43.000 millones de dólares, en tanto Alphabet (Google) declaró gasto en inteligencia artificial por la suma de 27.500 millones de dólares. Lo que quizá genera asombro es el porcentaje desembolsado en I+D en relación a sus ingresos: en el caso de Amazon superó el 11%, mientras que para Alphabet significó una cifra en el entorno del 15%. En el caso de Huawei la inversión fue del 14% y para Microsoft el 13%. Sin embargo impacta el porcentaje destinado por Facebook: la firma declaró haber invertido el 21% de la facturación del 2020. Más información puede ser consultada en el artículo “Which Companies Spend the Most in Research and Development (R&D)?” publicado por Nasqad en junio de 2021.

La propuesta de Zuckerberg no es nueva y es, como decíamos, un reflejo de la película “Ready Player One”. Es posible que estemos ante un punto de inflexión en la revolución digital, la realidad virtual y la realidad aumentada. Sin dudas son varios los que intentarán pegar primero, quizá haya sido Meta quien nos advierta de ese futuro inminente. Recomiendo leer a la periodista de “The New York Times” Kara Swisher, particularmente crítica de la forma de operar de las empresas del Silicon Valley y quien desde 2010 ha hecho entrevistas a Zuckerberg. En particular el artículo “The Problem is Him” del 27 de octubre de este año, en donde dice cosas como “No tiene educación [Zuckerberg] suficiente para el trabajo que tiene porque no es solo un tecnólogo; él es un ingeniero social. Y uno muy poderoso sin responsabilidad”. Un “mono con escopeta”, propietario de una de las bases de datos más grandes del mundo, con dinero y tecnología para usarla.

@eamestoy

6 de octubre de 2021

Seis horas sin Whatsapp, Facebook ni Instagram

Enrique Amestoy

¿Qué significa que nuestras actividades, que nuestra vida dependa tanto de un monopolio global de comunicación como Instagram, Whatsapp y su propietario, Facebook?

El 55% de la población mundial es usuaria de Redes Sociales Digitales (RSD). Si bien el top ten varía por grupo etáreo o región, Facebook, Instagram, Twitter y Whatsapp son las más utlizadas. Semrush, software que permite analizar Internet, estima que a diario se comunicacan por WhatsApp más de 1.350 millones de personas. A enero del 2021, la firma Statista hizo público que Facebook cuenta con más de 2.800 millones de usuarios, de los cuales aproximadamente el 15% reside en los Estados Unidos y el 4.7% (algo más de 130 millones) reside en Brasil. También Statista indicó, a enero del 2021, que WhatsApp era utilizado por 2.000 millones de personas, el 25.7% de la población mundial. El sitio Kinsta da cuenta de que Facebook genera aproximadamente 4 millones de gigabytes diarios de contenidos y recibe 8.000 millones de visitas diarias. Se estima que más del 90% de los adultos en Uruguay utiliza WhatsApp. Según información revelada recientemente, más del 40% de los jóvenes menores de 22 años en los Estados Unidos utilizan Instagram.

El lunes 4 de octubre WhatsApp, Facebook e Instagram dejaron de funcionar por aproximadamente 6 horas en el mundo entero. Dicho de otra forma: la cuarta parte de la población mundial quedó, de forma repentina, incomunicada. Tengamos en cuenta que WhatsApp es utlizada no solo para enviar mensajes sino también es una importante herramienta de comunicación en las plataformas comerciales y de contacto con el cliente, de empresas de todos los rubros: bancos, hospitales, restaurantes o servicios de radio taxi, dependen de la herramienta para poder funcionar.

En el caso de la mensajería instantánea es relativamente simple buscar otra alternativa: puede utilizarse Telegram (a enero del 2021 contaba con 500 millones de usuarios a nivel mundial), Signal, las diferentes herramientas de chat de Twitter, TicTok, u otras aplicaciones. Incluso SMS.
Son muchos los países en los que las empresas de telefonía ofrecen WhatsApp sin costo o sin uso de datos móviles. No así el resto de las herramientas o aplicaciones. Sin dudas el tener que pagar por enviar un texto, una foto o un mensaje de audio, hace que muchos usuarios se vean impedidos de hacerlo. Se refuerza, sin duda alguna, el poder de la empresa de Mark Zukerberg a nivel global.

Se hizo público que en solo dos horas, el propietario de Facebook, Instagram y WhatsApp perdió, por la baja de las acciones en el entorno del 5%, unos 7.000 millones de dólares (el equivalente a 14 millones de salarios mínimos de Uruguay). CNN en español informó que por éste hecho, Zuckerberg ha quedado fuera del top cinco de las personas mas ricas del mundo. Cifras difíciles de dimensionar, sin dudas. Tanto más cuando pensamos que ninguno de los 2.800 millones de usuarios paga un solo peso por concepto de utilización de Facebook, Instagram o WhatsApp. ¿Sabe usted cómo obtiene el dinero este imperio de las comunicaciones globales?

Casualmente el fallo informático coincide con una de las semanas más complicadas para Facebook. A los documentos internos de la empresa, que desde hace varios meses ha ido revelando “The Wall Street Journal”, aportados por “Sean” (nombre utilizado por Jeff Horwitz, el periodista que ha publicado los materiales, para proteger a su informante), se sumó la presentación en público de “Sean” en uno de los programas de mayor audiencia de la cadena CBS. Se trata de Frances Haugen ingeniera informática de 37 años y que fuese empleada de Facebook entre 2019 y 2021.

En la entrevista Haugen hizo fuertes declaraciones, las que motivaron la caída del precio de las acciones de Facebook. “Había constantes conflictos de interés entre lo que es bueno para el público y lo que es bueno para Facebook”, dijo Haugen en su entrevista con la CBS. “Facebook siempre escogía optimizar su propio interés, ganar más dinero”, citó El País de España.

En la entrevista Haugen señaló que Facebook es consciente de que Instagram es “tóxica para muchas adolescentes”. Cosa que también declarará ante el Congreso de los Estados Unidos. Un estudio interno llevado adelante por la firma en 2020 develó que el 32% de las jóvenes indicaban que cuando se sentían mal con su cuerpo, “Instagram les hacía sentir peor”.

Haugen, que abandonara la firma en mayo de éste año, ha dicho “He visto varias redes por dentro y Facebook es sustancialmente peor”. Antes de Facebook, Haugen trabajó en Google y en Pinterest.

Haugen declarará este martes 5 de octubre ante el Congreso de los Estados Unidos sobre sus experiencias en la firma. “Tuve que llevarme suficiente material para que nadie pudiera cuestionar que esto es real”, dijo en el programa de CBS. Ya hay quienes advierten que el escándalo será mucho mayor que el que se provocara cuando se hizo pública la utilización de datos colectados por Facebook por parte de Cambridge Analitica, para incidir en la intención del voto en el Reino Unido por el BREXIT y posteriormente en las elecciones de los Estados Unidos a favor de Donald Trump.