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2 de julio de 2025

Perú: Recordando el papel de la industria

Pedro Francke

"Se podría producir 50 por ciento más que lo que se logra ahora"

La industria sigue siendo un sector clave para el progreso productivo y económico de los países. Los grandes conflictos comerciales del mundo giran en buena parte en torno a los vehículos eléctricos, el acero y los microchips. La clave en el avance tecnológico y de productividad ha sido el sector manufacturero. Europa, Estados Unidos, Japón, Corea y China se han desarrollado sobre esta base y siguen teniendo a la industria como una prioridad. Siguen su línea Vietnam, la India y varios otros asiáticos. ¿Y el Perú con este gobierno?

Este año la manufactura no primaria solo ha crecido 1,6 por ciento, algo mínimo. Sobre todo, cuando sabemos que el 2024 este sector industrial produjo 6 por ciento menos que el 2022. Para ponerlo en números, estos son unos 2 mil millones anuales de pérdida de producción e ingresos durante este gobierno. El momento más crítico fue el 2023, cuando esa industria, que concentra el mayor valor agregado y no depende de manera inmediata de recursos naturales primarios, se redujo en 8 por ciento. Luego de eso, no ha habido una real recuperación, apenas avanzamos al ritmo de un caracol golpeado: a esta velocidad solo lograremos volver al nivel de producción del 2022 dentro de cuatro años. Desastroso.

Como la política del cogobierno Dina-Congreso ha agravado la pobreza enormemente, uno de los grandes rubros industriales que es el de alimentos y bebidas destinados al consumo masivo está produciendo este año 8 por ciento menos que el 2022. Varias otras industrias como las del calzado, papel y derivados, químicos, materiales de construcción y productos metálicos están este año a la baja, retrocediendo como el cangrejo. En varios sectores clave, la declinación viene de hace varios años. Anteriormente la exportación de ropa y textiles era nuestro principal rubro de exportación industrial, pero en una década esa capacidad nacional se ha perdido en 25 por ciento. En el procesamiento de minerales la situación no deja de ser paradójica: la minería ha crecido enormemente, pero la industria de refinación de metales ha retrocedido en 17 por ciento respecto a doce años atrás. Hay cantidades de máquinas que están paradas o funcionan mucho menos de lo que pudieran y en datos del BCR los indicadores de la capacidad instalada ociosa señalan que se podría producir 50 por ciento más que lo que se logra ahora.

Este año el sector industrial, en especial las pequeñas empresas, siguen golpeadas por el ingreso de productos chinos y asiáticos a muy bajo precio. Como el mercado estadounidense se les ha cerrado, buscan vender como sea en otras partes, aunque sea debajo del costo porque si no se quedan con los productos almacenados. El puerto de Chancay, que debiera favorecer un avance tecnológico e industrial, ahora sirve de base para que esta competencia sea más dura. Mientras una empresa china se beneficia de fuertes subsidios en su país y consigue financiamiento a 5 por ciento anual, una pequeña empresa en Perú carece de apoyo y si para mejorar y ampliar su negocio consigue un préstamo debe pagar más de 40 por ciento anual. ¿Es acaso posible competir en esas circunstancias?

¿Podría ser distinto? El 2021 logramos que la industria no primaria, que fue brutalmente detenida durante la pandemia, creciera 25 por ciento y llegara a producir 5 por ciento más que el 2019, antes de la pandemia. Con una buena política económica de impulso al mercado interno, la industria se reactiva y crece rápido.

El problema inmediato es que necesitamos un gran esfuerzo de apoyo a la creación de empleos, porque la pobreza en las ciudades es enorme y viene siendo el caldo de cultivo para que la criminalidad atraiga a muchas personas. Un lema prioritario de un buen gobierno en el Perú debiera ser “empleos, empleos, empleos”. Sólo así se podrá reducir la informalidad, asociada a la necesidad de sobrevivencia de las familias, así como las economías ilícitas en donde se van sembrando las bases de nuevas bandas criminales. La industria, junto a los servicios modernos, es un sector clave para el crecimiento, la mejora de la productividad y la generación de puestos de trabajo. Cada puesto de trabajo debiera ser defendido por el gobierno con los dientes y por eso los distintos rubros de la industria deben tener políticas de promoción, facilitándoles financiamiento, conexiones comerciales, acceso a mejores tecnologías y mecanismos de asociatividad y subcontratación que amplíen su escala de operación. Pero ¿alguien se acuerda del nombre de algún ministro de la producción de este gobierno? ¿Quizás alguien recuerde una medida anunciada por el ministro de economía al respecto? Yo no y ando siempre atento a este tema. Tampoco recuerdo ningún proyecto de ley ni ninguna propuesta desde el Congreso, que tiene una comisión de industria que nada ha hecho estos años. Mientras tanto, el Congreso dirigido por el fujimorismo y el acuñismo están empeñados en regalarles 20 mil millones de soles de exoneraciones tributarias a las grandes agroexportadoras, que tienen enormes utilidades y siguen creciendo a toda velocidad sin eso.

A mediano y largo plazo, no hay desarrollo económico posible sin un avance tecnológico sostenido. La Universidad de Harvard publica el “Atlas de la complejidad económica” midiendo cómo avanzan los países hacia productos más elaborados y ahí se puede ver que en los últimos quince años el Perú ha retrocedido en el ranking mundial. En el mundo ya está demostrado que no se avanza en ese sentido con políticas neoliberales como las que han dominado nuestro país por tres décadas, pero tampoco con políticas mercantilistas como quiere imponernos este cogobierno de Dina y Keiko.

Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 738 año 16, del 27/06/2025

https://www.hildebrandtensustrece.com/

8 de junio de 2025

Riesgos sociales de la nueva era creativa

Sergio Ferrari

​Lo que hasta ayer fue pura ciencia ficción, ahora es realidad cotidiana. Máquinas y programas que crean contenidos propios y que amenazan millones de puestos de trabajo.

Uno de cada cuatro trabajos en el mundo se ve expuesto a la inteligencia artificial generativa (IAGen). Así lo revela un reciente estudio conjunto realizado por expertos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Instituto Nacional de Investigación de Polonia (NASK). Publicado los últimos días de mayo como Generative AI and Jobs: A Refined Global Index of Occupational Exposure (La IA generativa y los empleos: un índice global actualizado de exposición ocupacional), https://www.ilo.org/publications/generative-ai-and-jobs-2025-update,este estudio incorpora un nuevo índice global sobre el impacto negativo que esta revolucionaria forma de “inteligencia” puede representar para las fuentes de trabajo. Y les ofrece a los dirigentes de cada país una herramienta importante para anticipar y gestionar dicho impacto, el cual ya está afectando dramáticamente a vastos sectores en todo el mundo.

¿Qué es la IA generativa?

A diferencia de la inteligencia artificial tradicional (AI), que se concentra en el análisis y la clasificación de información, este nuevo fenómeno aprovecha todas las herramientas de aquella, pero para crear contenidos totalmente nuevos.

Estos contenidos pueden ser textos, imágenes, videos, códigos, música o diseños que hasta ahora solo podían ser producidos por la mente humana. Como lo señala la Escuela Superior de Audiovisuales The Core, de Madrid, “su presencia se está haciendo sentir en todos lados: desde el entretenimiento y la moda, hasta el marketing y el desarrollo de software”. Por otra parte, y fundamentalmente, “está revolucionando el mundo de una manera que hasta hace poco parecía sacada de la ciencia ficción. Ya no se trata solo de que las máquinas analicen datos, ahora también pueden crear contenido, como si tuvieran creatividad propia”.

Lo significativo de todo esto, puntualiza The Core, es cómo la IA generativa está modificando “la forma en que trabajamos, creamos e innovamos”, ya que promueve “empresas más ágiles, diseñadores con nuevas herramientas en sus manos y programadores que ahora tienen un copiloto inteligente ayudándolos a construir más rápido y mejor”. Por esa razón, concluye, “la IA generativa no solo está transformando industrias; está dando forma a una nueva era creativa”. Maneja patrones y grandes volúmenes de datos, los cuales, manipulados creativamente, le permiten generar resultados que parecen creados por humanos, aunque son totalmente artificiales. Se trata de una tecnología que ha evolucionado rápidamente y que se integra cada vez más en herramientas cotidianas.

Sin embargo, no siempre los procesos más rápidos y la mayor agilidad productiva se corresponden con mejoras en las condiciones sociales y laborales, como observa The Core. Puede verse, por ejemplo, por el impacto de los cajeros automáticos en los supermercados, máquinas que implican pérdidas crecientes de trabajo para las personas que hasta hace poco se encargaban de esa tarea. Lo mismo ocurre con los sistemas inteligentes de traducción, un golpe mortal para intérpretes y traductores. En la industria gráfica, el avance de sofisticados programas de diseño está liquidando casi completamente aun las versiones más avanzadas de tipografía e imprenta. Prácticamente ya no queda ninguna actividad humana a salvo de esta nueva dinámica.

Trabajos: riesgos y desafíos

El estudio de la OIT incorpora un nuevo índice, lo que constituye un hecho relevante. Ese índice representa la evaluación global más detallada lograda hasta la fecha sobre cómo la IA generativa puede llegar a remodelar el mundo del trabajo. El mismo ofrece una visión única -y matizada- de cómo podría transformar el empleo en los distintos países. Para ello logra combinar los datos de cerca de 30.000 tareas ocupacionales con validación de expertos, puntuación asistida por IA y microdatos armonizados de la OIT. https://www.ilo.org/publications/generative-ai-and-jobs-2025-update.

Al presentar el estudio, Paweł Gmyrek, autor principal del mismo afirmó que se va más allá de la simple teoría para construir una herramienta basada en empleos reales. Gmyrek, que forma parte de la OIT desde 2008, es doctor en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de Ginebra (Suiza) y tiene un máster de la Escuela de Economía de Varsovia (Polonia). Combinando la perspectiva humana, la revisión de expertos y modelos de IA generativa, se creó un método replicable que puede ayudar a los países a evaluar riesgos y responder con mayor precisión.

La Escuela Superior de Audiovisuales de España que reconoce los aportes de la inteligencia artificial advierte también sobre eventuales riesgos y peligros. Y alerta sobre los desafíos éticos, de seguridad y sociales ligados a la IA generativa.

Entre esos riesgos, enumera los deepfakes: vídeos hiperrealistas generados por IA que hacen parecer que alguien dijo o hizo algo que nunca ocurrió. Se utilizan en campañas de desinformación, fraudes o incluso chantajes, y representan una amenaza para la confianza pública y la seguridad individual.

La IAGen puede también facilitar el phishing avanzado, técnica que permite crear correos electrónicos falsos muy convincentes y que un ciberdelincuente envía a un usuario simulando ser una entidad legítima (red social, banco, institución pública, etc.) con el objetivo de robarle información privada, imputarle un cargo económico o infectar el dispositivo. Además, puede utilizarse para difundir noticias falsas o manipular contenido con fines maliciosos.

Métodos todos de más en más empleados en los últimos años en campañas electorales y en la vida política en general para desacreditar un candidato contendiente o una fuerza rival. Formas tan generalizadas de manipulación digital que pueden llegar a amenazar el sentido mismo de la democracia.

Complementariamente, coincidiendo con el estudio de la OIT, la Escuela Superior de Audiovisuales señala como no menos relevante el impacto que tiene la IA en el cambio acelerado del panorama laboral. Aunque crea nuevos empleos y aumenta la productividad, también reemplaza tareas humanas en áreas muy diversas como redacción, diseño y programación.

En el plano medioambiental, cada día son más los estudios que prueban el impacto nocivo del uso de la inteligencia artificial para la salud del planeta. La Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) afirma “hay un lado negativo en la explosión de tecnologías de IA y su infraestructura asociada”, como lo demuestran los resultados de diversas investigaciones. Y la UNEP puntualiza: “La proliferación de centros de datos que albergan servidores de IA produce desechos de equipos eléctricos y electrónicos. Además, consumen grandes cantidades de agua, que cada vez escasea en muchos lugares. Dependen de minerales críticos y elementos raros, que a menudo se extraen de forma insostenible. Y utilizan cantidades masivas de electricidad, lo que emite más gases de efecto invernadero que calientan el planeta” https://www.unep.org/es/noticias-y-reportajes/reportajes/la-ia-plantea-problemas-ambientales-esto-es-lo-que-el-mundo-puede.

El rol del Estado

El impacto de la IA generativa variará significativamente entre regiones geográficas y sectores, dependiendo de tres factores principales: las limitaciones tecnológicas de cada país, sus carencias de infraestructuras productivas y sus déficits de competencia, es decir, sus dificultades para la formación de personal humano. Políticas neoliberales extremas en muchas partes del mundo acentúan el impacto negativo de dichos factores.

El estudio de OIT-NASK además anticipa que los trabajos administrativos serán los más expuestos debido a que, al menos teóricamente, muchas de sus tareas específicas se pueden automatizar. Lo mismo podría ocurrir con empleos en los sectores de medios de comunicación, software y finanzas.

En este nuevo panorama que se perfila de una manera irreversible, las políticas que guíen las transiciones digitales serán clave cuando se trate de saber hasta qué punto los trabajadores podrán permanecer en ocupaciones que se están transformando debido a la IA generativa, y cómo dicha transformación afectará la calidad del empleo. La OIT insta a gobiernos, organizaciones de empleadores y sindicatos a participar en un diálogo social para diseñar estrategias proactivas e inclusivas que mejoren la productividad y la calidad del empleo, especialmente en los sectores más expuestos a la IAGen. 

En definitiva, el mayor o menor impacto negativo de esta nueva dinámica científica y social sobre el bienestar de la comunidad humana dependerá de la voluntad política de sus dirigentes y de los Estados para legislar adecuadamente, establecer límites y clarificar lo que se puede permitir, o no. El problema se agudiza allí donde el Estado es débil o está ausente o es destruido por una dirigencia que lo niega o que lo considera un enemigo a combatir.

Se publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

22 de abril de 2024

Perú: El asunto es crear empleo

Pedro Francke

La informalidad ha terminado generando serios problemas al país, pero para millones de peruanos el trabajo informal es la única alternativa. Tiene que dejar de ser así. Hay dos grandes cambios que hacer para lograrlo: el primero es una política de crecimiento acelerado cuyo objetivo prioritario sea la generación de puestos de trabajo y no las ganancias de los monopolios; el segundo es promover que muchas pequeñas y microempresas que hoy apenas logran sobrevivir tengan un margen de acumulación y puedan articularse al Estado. Hablaremos hoy de lo primero.

Entrar a esta discusión exige establecer previamente algo de manera muy clara: la política neoliberal seguida hasta ahora no ha dado buen resultado. La informalidad hoy es la misma que hace 15 años, y que no nos vengan a echarle la culpa a una “inflexibilidad laboral” porque las empresas tienen 75 por ciento de sus empleados con contratos temporales prácticamente sin derechos. Partamos de reconocer que estamos con una seria trabazón económica. Si las optimistas proyecciones del BCR se cumplen, tanto la industria como la construcción este 2024 todavía estarán produciendo 5 por ciento menos que el 2022. Estamos hablando de los dos sectores más importantes en la generación de empleo urbano, y 5 por ciento de pérdida de producción significa recesión continuada y nada de nuevos puestos de trabajo. La agricultura apenas si recuperaría lo perdido el año pasado, contrastando un sector agroexportador, que no ha dejado de crecer, con la situación de los millones de pequeños y medianos agricultores que sufrieron fuertemente con el aza de precios de fertilizantes el 2022 y El Niño el 2023.

El problema no es sólo coyuntural. Se ha dicho que el Perú ha tenido un gran éxito económico los últimos treinta años gracias a la Constitución fujimorista de 1993. El problema con este argumento es que en las últimas tres décadas solo nos fue bien cuando los minerales tuvieron altos precios internacionales (entre 2004 y 2013). Antes de eso, durante la década del dictador Fujimori, crecimos sólo 2 por ciento anual en promedio, que no es nada halagador. Después del 2014 el crecimiento ha sido apenas 1,4 por ciento en promedio, periodo en el cual seguíamos con la misma Constitución de 1993 y el mismo modelo neoliberal.

A pesar de eso, hay quienes quieren profundizar el neoliberalismo: reducir aún más los escasos derechos laborales subsistentes, privatizar el agua potable, dar más apoyo a las AFP, mantener las exoneraciones tributarias a la agroexportación y las reducidas tasas a la minería, aplicar un ajuste fiscal que sólo podría hacerse reduciendo la inversión pública. Insistir en esta receta fracasada sería solo cavar un hoyo más profundo para la economía peruana.

CRECIMIENTO Y POLÍTICA INDUSTRIAL

La experiencia de los países asiáticos exitosos –Japón, Taiwán, Corea del Sur, China– muestra que la clave para un desarrollo económico que genere empleo en forma masiva y elimine la pobreza radica en impulsar una política industrial con dinamismo tecnológico propio. Incluso en el Perú, con todos los problemas que tuvo la experiencia, el crecimiento del PBI fue mayor cuando el sector industrial se dinamizó a partir de políticas promotoras, entre 1950 y 1975, como muestra un reciente libro de Félix Jiménez. Lamentablemente, el Perú, como América Latina en general a partir de 1990, ha apostado por la extracción de materias primas, eliminando primero las políticas industriales y luego aplicándolas de manera errática.

Vale la pena recordarlo nuevamente ahora cuando, con bombos y platillos, se propagandiza que un megapuerto en Chancay es la clave del éxito. Nuevamente se olvida que el asunto fundamental está en promover producción que genere empleo en forma masiva. Infraestructura económica y de transportes puede ser muy buena, siempre y cuando esté pensada hacia ese objetivo de aumentar la producción y el empleo, que es lo que los chinos tienen en mente para China. ¿O alguien es tan ingenuo como para pensar que una inversión extranjera no está hecha para beneficio de quien pone la plata, que en este caso es el Estado chino? Si para el Perú este nuevo puerto sirve para hacer más fácil que salgan minerales sin procesar y entren manufacturas chinas a bajo precio desindustrializando nuestra economía, eso no será ninguna solución de nada. Los puertos y el comercio sólo ayudan si son parte de una estrategia de desarrollo bien pensada.

Empleos, empleos, empleos, ese debe ser el lema de la política nacional. Toda oportunidad que haya para producir más, con prioridad adonde haya más empleos, debe ser aprovechada. ¿Hay posibilidades en la industria naval? Facilitémosla. ¿Tenemos mucha minería? Que una industria nacional produzca insumos y equipos para ese sector como en Australia y Chile, y transformemos los minerales en vez de exportarlos en bruto. ¿Se necesitan uniformes para policías? Que sean nacionales y mejor si son pequeñas empresas. ¿La lana de vicuña es apreciada mundialmente? Que se hagan acá esos abrigos pagando lo justo a los comuneros. ¿El mundo gira hacia las energías renovables? Acá hay muchos sitios con harto sol por aprovechar. ¿Producimos cacao orgánico? Sigamos empujando eso y que se hagan buenos chocolates. ¿Café de variedades especiales? Aprendamos de los colombianos que tienen a sus productores cafetaleros bien organizados y una marca colocada internacionalmente (Juan Valdez). ¿Industrias culturales? Tenemos mucho que ofrecer en ese terreno, no hagamos caso a esos idiotas que quieren traerse abajo el cine nacional. ¿Turismo? Hay enormes atractivos por promover y no sólo seguir exprimiendo Machu Picchu como una vaca hasta que quede exhausta.

Un esfuerzo de este tipo requiere un diálogo continuo y con respuestas efectivas entre el Estado y las empresas privadas, de manera abierta, sin lobbies, y exige también impulsar y dar apoyo a la organización de las micro y pequeñas empresas para que ellas sean las primeras sentadas en la mesa. Un esfuerzo que hicimos durante nuestro breve paso por el MEF fue instalar una Mesa Ejecutiva para promover el sector de proveedores mineros, la industria de productos que la minería necesita, pero ese impulso no se ha sostenido. El actual ministro no ha dicho una palabra sobre la tarea prioritaria de impulsar un desarrollo productivo diversificado, sólo repite el viejo discurso de imponer proyectos mineros rechazados por la población, camino represivo que sólo ha agravado los conflictos sociales con muchos muertos en el camino.

Necesitamos innovación y avance tecnológico con profesionales y científicos peruanos de alto nivel. Esa es la apuesta que viene haciendo China hace años con muy buenos resultados, y ahora le sigue India. En América Latina, en el único país con tres premios Nobel, Argentina, hoy se está destruyendo su sistema de ciencia y tecnología. Hagamos lo contrario, mejoremos nuestra educación superior, conozcamos más nuestra biodiversidad e invirtamos en innovaciones productivas que la aprovechen de manera sostenible. Si seguimos priorizando que extranjeros vengan a llevarse nuestras riquezas naturales mientras tenemos una fuga de talentos al exterior, nunca lograremos un crecimiento fuerte y sostenido con los empleos que necesitamos.

Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 682 año 14, del 19/04/2024

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10 de marzo de 2023

Los desequilibrios de género en el empleo siguen siendo muy altos

Inter Press Service (IPS)

Los desequilibrios de género en el acceso al empleo y las condiciones de trabajo son mayores de lo que se pensaba, y los progresos para reducirlos han sido decepcionantemente lentos en las últimas dos décadas, según un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Un nuevo indicador desarrollado por la OIT, la Brecha de Empleo, “dibuja un panorama mucho más sombrío de la situación de las mujeres en el mundo laboral que la tasa de desempleo, más comúnmente utilizada”, asentó el informe.

Los nuevos datos muestran que las mujeres siguen teniendo muchas más dificultades para encontrar trabajo que los hombres.

Según el informe “Nuevos datos arrojan luz sobre las brechas de género en el mercado laboral”, 15 % de las mujeres en edad de trabajar en todo el mundo desearían trabajar pero no tienen empleo, frente a 10,5 % de los hombres, en un total de 473 millones de personas en esa situación.

Esta brecha de género se ha mantenido prácticamente invariable durante casi dos décadas (2005-2022), aunque las tasas mundiales de desempleo de mujeres y hombres son muy similares.

La brecha laboral es especialmente grave en los países en desarrollo, donde la proporción de mujeres que no pueden encontrar un empleo alcanza a 24,9 % en los países de renta baja. La tasa correspondiente a los hombres en la misma categoría es de 16,6 %, un nivel también alto pero significativamente inferior al de las mujeres.

El informe señala que las responsabilidades personales y familiares, incluido el trabajo de cuidados no remunerado, afectan desproporcionadamente a las mujeres.

Los datos indican que un factor importante para reducir la participación de las mujeres en la fuerza laboral a nivel mundial es crianza de los hijos.

Esas labores pueden impedir a las mujeres no solo tener un empleo, sino también buscarlo activamente, o limitar su disponibilidad para trabajar con poca antelación, lo cual incide para ser considerado desempleado, por lo que muchas mujeres que necesitan un trabajo no se ven reflejadas en las cifras de desempleo.

En el mismo grupo de edad, de 25 a 54 años, y con al menos un hijo menor de seis años, la brecha de participación en la fuerza laboral llega a 42,6 puntos porcentuales, con una participación femenina de 53,1 % y masculina de 95,7 %.

El reporte de la OIT habla por ello de “penalización de la maternidad” y “premio de la paternidad” en cuanto a participación laboral.

Los desequilibrios de género en el trabajo decente no se limitan al acceso al empleo. Aunque el empleo vulnerable está muy extendido tanto para mujeres como para hombres, las mujeres tienden a estar sobrerrepresentadas en ciertos tipos de empleos vulnerables, como ayudar a familiares que trabajen por cuenta propia.

Esa vulnerabilidad, unida a unas tasas de empleo más bajas, repercute en los ingresos de las mujeres. A nivel mundial, por cada dólar de ingresos laborales que ganan los hombres, las mujeres ganan sólo 51 céntimos.

En naciones de ingresos altos o medio-altos, las mujeres ganan entre 56 y 58 centavos por cada dólar ganado por hombres, pero en los países de ingresos bajos o medio-bajos obtienen entre 29 y 33 centavos por cada dólar que ganan los varones.

“Esta sorprendente disparidad en los ingresos se debe tanto a los menores niveles de empleo de las mujeres como a sus menores ingresos medios cuando están empleadas”, subrayó el informe.

El reporte, divulgado en vísperas del Día Internacional de la Mujer, este miércoles 8 de marzo, subrayó la importancia de mejorar la participación general de las mujeres en el empleo, de ampliar su acceso al trabajo en todas las ocupaciones, y de abordar las flagrantes diferencias de calidad del empleo a las que se enfrentan.

https://ipsnoticias.net/2023/03/los-desequilibrios-de-genero-en-el-empleo-siguen-siendo-muy-altos/


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9 de febrero de 2021

EL TRABAJO (NO SIEMPRE) DIGNIFICA

Hugo Ñopo

El trabajo es muy importante para la mayoría de nosotros. Mas allá de generar los ingresos para nuestro bienestar y el de nuestras familias, Marx decía que el trabajo además nos dignifica. Algo de eso parece estar perdiéndose en el Perú actual.

Hay empleos que generan poco valor y, por lo tanto, reciben retribuciones a esa altura: bajos salarios y, en algunos casos, ausencia de cobertura de seguridad social o pensiones. La lista de ejemplos puede ser extensa. Pensemos en el burócrata que pone sellos inútiles en los documentos, en el vigilante que baja y sube las tranqueras de las calles (donde, dicho sea de paso, no se debería restringir el transito), o el otro vigilante que registra el número de serie de la laptop cuando entramos a un edifico público.

Nos hemos acostumbrado a la existencia de esos empleos sin habernos cuestionado su utilidad. Generan un valor casi nulo, o hasta negativo (pues hacen más lento el funcionamiento de todo lo demás). ¿Se dará cuenta el burócrata o el vigilante del valor de su trabajo? ¿Qué impacto tiene esto en su dignidad?

Para quienes desempeñan esas funciones hay un razonamiento muy obvio: entre hacer ese trabajo y estar en el desempleo, es preferible lo primero. Pero el impacto social de esto, que no se ve de buenas a primeras, es nefasto: cuando existen personas dispuestas a trabajar generando muy poco valor, se normaliza el mantenimiento de sueldo bajos en la economía.

Por eso es normal encontrar en países como el nuestro que, en las oficinas, una persona esté a cargo de servir los cafés, otra de sacar las fotocopias y otra de organizar la agenda del jefe. Todos esos empleos de baja productividad se pueden mantener con sueldos bajos. La remuneración mínima vital está en S/.930, esto es, menos de 10 dólares por día de trabajo. En países desarrollados esos empleos no existen: cada uno se sirve su café, saca sus fotocopias y organiza su agenda (salvo que se trate de un jefe muy encumbrado en una gran corporación). En varios de esos países el sueldo mínimo supera los 10 dólares por hora trabajada.

El miedo al desempleo en un país como el nuestro, donde no existe un seguro de desempleo ni una red de protección social, lleva a muchos a aceptar salarios bajos. Pero hay algo peor. La respuesta que muchos tienen frente al desempleo es la de generárselo ellos mismos, “ser su propio jefe”. Es más, durante mucho tiempo esto ha sido alentado por las políticas y el discurso público: ¡Somos un país de emprendedores!

Digo que esto es peor porque, entre los trabajadores independientes, los ingresos son muy bajos e inestables. La imagen estereotipada de emprendedores exitosos es una rarísima excepción. En un mes típico, 50% de los hombres y 90% de las mujeres que trabajan independientemente generan ingresos que están por debajo de una remuneración mínima vital.

Pero hay algo aún peor. Esos emprendedores de bajos ingresos muchas veces están apoyados por miembros del hogar que “ponen el hombro”. Es común la imagen de los hijos, sobrinos, esposos y padres que apoyan en la preparación y reparto de galletas, mermeladas, jabones, manualidades y una larga lista de etcéteras que se preparan en los hogares peruanos. Estas personas apoyan al emprendimiento, pero no reciben una remuneración. Esta es probablemente una de las formas más bellas de apoyo, pero también una de las más precarias. ¿Hay algo mas precario que una informalidad laboral con salario cero?  

Aún recuerdo cómo, en mis clases de Economía del Desarrollo en Estados Unidos, algunos de mis estudiantes tenían problemas para comprender que algunas personas pudieran dedicarse a trabajar sin un pago, hasta que les mostraba las cifras y quedaban pasmados. Este trabajo familiar no remunerado (TFNR) alcanza al 10% de la población ocupada del país. Se trata de una cifra altísima. Como referencia, en el Reino Unido alcanza al 0,4% de la población ocupada. Es decir, proporcionalmente al tamaño de las poblaciones, por cada británico que trabaja sin remuneración en un hogar, hay 25 peruanos haciendo lo mismo.

Ya hemos advertido previamente que en el Perú tenemos un serio problema con el trabajo. Los síntomas son múltiples. Este de la precariedad laboral –y las varias maneras que tenemos de disfrazarlo– es uno central.

¿Cómo podríamos aliviarlo? No hay receta mágica, pero, sin duda, hace falta una mejor red de protección social que incluya un seguro contra el desempleo. Pero para que esto cubra a un segmento importante de la población es necesario reducir la informalidad laboral. También necesitamos una legislación que incentive a crecer a esas rarísimas excepciones de emprendimientos exitosos. La que tenemos hoy hace exactamente lo contrario.

La lista de pendientes es enorme. Y no es digna, es indignante.