Pedro Francke
La economía mundial se viene transformando en torno al avance de las tecnologías de información y comunicaciones y la Inteligencia Artificial (IA). Su impacto en América Latina apenas lo estamos viendo. Acá un análisis, buscando que los grandes temas entren al debate electoral.
Para quienes pensamos estrategias de desarrollo económico, la discusión predominante en América Latina ha resaltado la desindustrialización de la región en los últimos 20 años y la necesidad de revertir esta tendencia. Este es un tema reiterado por la CEPAL (Comisión Económica para América Latina) y ahora relacionado al predominio que ha adquirido China en la producción manufacturera en el mundo. Pero debemos tener en cuenta que en las últimas décadas en la economía mundial ha habido una tendencia de largo plazo de crecimiento más acelerado de los servicios y del empleo en ese sector, mientras la manufactura, con la robótica, genera cada vez menos puestos de trabajo. Este cambio está reforzado ahora por el avance de las Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TIC) y ahora en una nueva ola de cambios con la Inteligencia Artificial. En este desarrollo tecnológico mundial, el liderazgo global está en disputa entre Estados Unidos y China.
En América Latina ningún país está disputando la punta tecnológica, dejemos de lado cualquier pretensión al respecto. Somos de los que, con debilidades y problemas, apenas somos consumidores. Pero su aplicación tiene un impacto en el aumento de productividad y mejora de calidad en la atención al usuario que es significativo en sectores como educación, salud, servicios del gobierno, finanzas y comercio. En nuestra región se han difundido mucho las compras y pagos digitales: hoy por internet pedimos un taxi, contratamos un alojamiento y compramos de un catálogo amplio de productos, lo que nos facilita cubrir diversas necesidades y hacer las transacciones en menos tiempo. Pero hay muchas más oportunidades. Por ejemplo, en la educación superior y la investigación hoy casi toda conferencia académica se trasmite por internet, el acceso a artículos académicos es inmediato, se hacen clases y cursos virtuales con mucha facilidad, etcétera. Eso significa la posibilidad de llegar a muchos más en el momento o dejando una conferencia o discusión grabada, aprovechando así una economía de escala enorme pero que requiere una adecuación y mayor trabajo inicial. Además, la IA tiene otra potencialidad, permitiendo generar con facilidad productos diversos orientados a públicos distintos. En salud también hay enormes posibilidades de aplicación para un alcance mucho mayor de servicios de diagnóstico especializados, trasmisión inmediata de historias clínicas, interconsultas, acceso rápido a nuevos conocimientos, etc.
Sin embargo, esta situación también amenaza al mundo y a América Latina con dos grandes problemas. Uno es que este avance en la tecnología tiende a ser concentrado en enormes empresas, aumentando su poder monopólico. Pongo un ejemplo nacional: el sistema de pagos digitales de más uso es del banco privado más grande del Perú y tiene, como estas tecnologías suelen tener, un enorme poder de red: como muchos están conectados a él, quienes quieren empezar a tener un sistema de pagos digital usan ese mismo porque es el más difundido. Igual que en el origen de la telefonía privada, se va configurando un monopolio natural. Así, el oligopolio bancario que ya está altamente concentrado en Perú mantiene un spread alto y obtiene ganancias excepcionales y ha reforzado su poder con esta tecnología. Mientras tanto, las pequeñas empresas y microempresas que compiten con dificultad, donde trabaja la mayor parte de la población en la informalidad, se van quedando más atrás sin un apoyo del Estado. Es decir, se agrava la desigualdad.
El segundo gran problema es que muchas de estas plataformas de servicios que usamos son internacionales. Por ejemplo, yo uso Google Maps para optimizar mis traslados, pero mis datos se los apropia la transnacional Alphabet, que luego los va a aprovechar para mandarme avisos personalizados. El dominio de estas grandes empresas mundiales en los servicios basados en esta nueva tecnología es enorme. El valor que en consecuencia han adquirido estas empresas en la bolsa internacional hoy es una cosa descomunal, dados el tamaño del mercado y la fuerza que adquiere la propaganda. América Latina es objeto de este proceso global donde la información es adueñada y explotada por estas grandes corporaciones y, sin embargo, carecemos de regulaciones y propuestas estratégicas en función de nuestro desarrollo: algunos países han avanzado algo pero al respecto el Perú está en nada. Simplemente somos arrastrados a este nuevo sistema dominado por las megaempresas de información que explotan nuestros datos privados. Una vez más se refuerza nuestra dependencia.
En la lucha por regular la IA y el uso de nuestros datos privados, hay que ser conscientes de las condiciones internacionales bajo las cuales podemos aprovechar estas nuevas tecnologías de mejor manera. En América Latina el poder lo tienen las grandes empresas de Estados Unidos (con la excepción notable de TikTok), mientras China tiene WeChat o Tencent, que casi no han penetrado en nuestra región. Pero entre ambas potencias la disputa está abierta. Estados Unidos la está enfrentando con medidas como la prohibición de Huawei en su territorio, las intentonas de sacar del camino a TikTok y las restricciones a las ventas de procesadores de alta capacidad a China. En la competencia por dominar la IA, China ha respondido con DeepSeek y con una negociación dura frente a Trump.
La situación de declive del poder hegemónico estadounidense nos puede dar algunos espacios, pero la clave es tener una estrategia propia y políticas soberanas para nuestro desarrollo nacional. Nuestros datos hoy tienen un valor, que podría servirnos para enfrentar retos como la salud pública, la educación, la seguridad ciudadana o el transporte urbano. No debiéramos regalarlos sino buscar su mejor uso en el interés nacional y una negociación inteligente es clave para lograrlo.
Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 745 año 16, del 15/08/2025
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